TEMAS DE LITERATURA
EBAU. NORMATIVA LOMCE
CURSO 2017-2018
Queridos amigos: Lo que sigue a continuación no es más que una propuesta de urgencia para resolver el problema que todos conocéis, sobrevenido con la MODIFICACIÓN DE LOS TEMAS DE LITERATURA para la EBAU 2017.
Si entendí bien en la REUNIÓN ARMONIZADORA de mi provincia (Palencia, 8 de marzo), al menos en tres aspectos debe cambiar el temario antiguo para ajustarse al nuevo currículo LOMCE:
1. ACOTACIÓN. Los nuevos temas comprenden épocas y períodos literarios distintos de los que se venían exigiendo.
2. VALORACIÓN. Desde ahora en adelante, el autor o autores específicos que figuran en cada epígrafe pasarán a puntuar un tercio de la pregunta; es decir, que esto obliga por lógica a que su desarrollo sea también de un tercio de la extensión del tema.
3. ENFOQUE. Parece ser que tienen prioridad las características generales de épocas o movimientos, acompañadas de sencillas citas de autores y obras cuando proceda, y que se reserva un desarrollo más detallado para los autores que figuran en los títulos.
4. EXTENSIÓN. En este aspecto no se han producido cambios y sigue exigiéndose una buena síntesis, que en la práctica consiste en escribir a mano con letra regular tres caras de folio o poco más (de lo contrario el alumno se quedaría sin tiempo para el resto).
En fin, espero que mi propuesta pueda ser de utilidad para alguien más. Al mismo tiempo, aprovecho para que conozcáis un poco mi faceta creativa.
Nada más y un saludo.
TEMAS DE LITERATURA PARA EBAU 2017. NORMATIVA LOMCE.
1. LA POESÍA
A PRINCIPIOS DE SIGLO. MODERNISMO Y G. DEL 98. RUBÉN DARÍO Y ANTONIO MACHADO
A/ LA POESÍA DE PRINCIPIOS DE SIGLO
En los primeros años del XX se publican los libros que
luego serían más característicos del Modernismo español: “Alma”, de Manuel
Machado; “Soledades”, de Antonio Machado; y “Arias tristes”, de J. R. Jiménez.
A partir de aquí la poesía se aparta del prosaísmo propio de la lírica de la
segunda mitad del XIX.
En los últimos años de la primera década del siglo XX
se siguen publicando libros modernistas, aunque ya apuntan nuevos rumbos:
“Poesías”, de Unamuno; “Soledades, galerías, otros poemas”, de Antonio Machado;
poemarios de Rueda, M. Machado… y la incesante producción de J. R. Jiménez:
“Elejías”, “Pastorales”…
Hay que señalar también un grupo de nuevos poetas que,
influidos por la visión literaria del Novecentismo, ponen freno a lo
sentimental y dan mayor cabida al intelecto. Su poesía es producto de la
selección y pretenden una poesía pura, desnuda, siguiendo la línea de Juan
Ramón. Después evolucionarán hacia las vanguardias o la rehumanización. Entre
estos cabe destacar a Juan José Domenchina o León Felipe.
B/ MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98
Entre Modernismo y 98 no hay una separación clara.
Durante los primeros años se pueden encontrar muchas características comunes y
algunos escritores incluso negaron la existencia de dos grupos diferentes. O
sea, puede afirmarse que el Modernismo es la versión hispánica de la crisis
europea de fines del XIX y que en este movimiento se dan dos orientaciones: una
literatura de evasión y tendencia aristocrática (Modernismo, en sentido
estricto), y otra con mayor presencia de la realidad contemporánea tratada con
intención crítica (Gen. 98).
Por lo que se refiere al MODERNISMO:
.Es un movimiento esencialmente poético, su impulso
inicial procede de Hispanoamérica debido al cubano José Martí y, sobre todo, al
nicaragüense Rubén Darío. En España son poetas de esta corriente Salvador
Rueda, Francisco Villaespesa, Manuel Machado o el primer Juan Ramón Jiménez.
.En su léxico se produce una total renovación,
incorporando gran número de neologismos, palabras sonoras y adjetivos
insólitos.
.En cuanto a figuras se da una presencia constantes de
reiteraciones, aliteraciones, antítesis, sinestesias y todo tipo de símbolos e
imágenes.
.En la métrica recuperan el alejandrino, usan el verso
libre, inventan estrofas y componen buscando ritmos potentes y de gran
musicalidad.
.En los temas priman la fantasía y la imaginación, que
conducen a la evasión hacia lo exótico, lo oriental, lo legendario, lo mítico…
también lo íntimo teñido de pesimismo.
Por lo que se refiere a la GENERACIÓN DEL 98:
.Aunque el 98 es esencialmente una generación de
prosistas, cuentan con una obra poética importante Unamuno, Valle-Inclán y,
sobre todo, Antonio Machado (que trataremos aparte). Pese a su diversidad y
peculiaridad, todos ellos pretenden una renovación estética e intelectual.
Unamuno es poeta tardío, al margen de modas, y que
huye de la sonoridad fácil. Los temas son los mismos de su prosa: angustia
existencial, la religión, el paisaje, la familia, etc. En la métrica usa
estrofas tradicionales pero también la métrica irregular y, en general, de
efectos rítmicos duros o ásperos. Son obras destacables “El Cristo de
Velázquez” o “El romancero del destierro”.
En Valle-Ínclán, sin embargo, su talento de dramaturgo
eclipsó enseguida las manifestaciones poéticas, sobre todo de estilo
modernista, de sus dos libros más conocidos: “Aromas de leyenda” y “La pipa de
Kif”.
.Se puede apreciar en las obras de estos autores
ciertas constantes en el estilo: sobriedad, sencillez expresiva, cuidado en el
lenguaje, gusto por los términos de sabor tradicional, subjetivismo, métrica
clásica…
.En los temas s reiteran la preocupación por España,
la sensibilidad y emoción ante el paisaje, sobre todo el castellano, las
reflexiones que giran en torno a lo religioso y lo existencial…, como sucede en
la novela.
C/ RUBÉN DARÍO
Muchos de los motivos e innovaciones del Modernismo se
deben al nicaragüense Rubén Darío (1867-1916), poeta revolucionario en cuya
trayectoria hay dos etapas:
. Primera etapa. Corresponde a su modernismo
americano. Se inicia con “Azul” (1888), libro en el que combina prosa y verso
con un estilo musical, de ritmos marcados y novedosas imágenes.
En “Prosas profanas” (1896) Darío brinda el más vasto
surtido de motivos, temas y fórmulas métricas de la nueva tendencia. Cisnes,
princesas, arlequines, ambientes versallescos, mitología, en poemas de gran
sonoridad y capacidad de sugerencia.
.Segunda etapa. Darío toma contacto con preocupaciones
sociales y existenciales. En “Cantos de vida y esperanza” (1905) atenúa el
preciosismo formal y se orienta temáticamente hacia su intimidad desasosegada y
hacia las inquietudes políticas, como puede comprobarse en inolvidables poemas
como “Salutación al optimista” o “Lo fatal”.
Darío transformó la lengua poética en nuestro idioma y
ejerció una duradera influencia en la lírica española e hispanoamericana
posterior.
D/ ANTONIO MACHADO
A. Machado (1875-1939) fue un hombre de talante
taciturno, pero comprometido con los desfavorecidos y defensor de la República.
Su muerte, camino del exilio, lo convirtió en símbolo de la España liberal y
progresista.
.Primera etapa. Corresponde con sus años modernistas.
Son sus libros “Soledades. Galerías. Otros poemas” (1907), que es selección y
ampliación del anterior “Soledades” (1903). El escritor ofrece una poesía
intimista en la que dialoga consigo mismo y cuya materia es el paso del tiempo,
la muerte o la ensoñación.
.Segunda etapa. Son años de toma de conciencia
crítica. Publica “Campos de Castilla” (1912 y 1917), donde denuncia la pobreza,
incultura y atraso de España, en consonancia con el grupo del 98. También
aparece la melancolía por la muerte de su mujer, junto con la visión del paisaje
y paisanaje castellanos: alma y paisaje en una sola realidad.
.Tercera etapa. Ocupa un lugar central el cantar
popular sentencioso y la prosa ensayística. En “Nuevas canciones” (1924),
destacan los poemillas de “Proverbios y cantares” junto con los temas de
siempre: la inquietud religiosa, el tiempo, la injusticia, el relativismo…
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2. LA NOVELA
A PRINCIPIOS DE SIGLO. P. BAROJA Y M DE UNAMUNO
A/ CONTINUIDAD DE LA NOVELA REALISTA
Durante los primeros años del XX, muchos de los
realistas prolongaron su labor: Galdós o Pardo Bazán publican títulos
importantes bien entrado el nuevo siglo. Vicente Blasco Ibáñez escribe novelas
naturalistas, y otros autores como Felipe Trigo o Eduardo Zamacois,
representantes de la novela galante o erótica, se mantuvieron afines a los
presupuestos de la novela realista.
Pero puede decirse que a partir de 1902 comienza una
nueva novela española con la publicación de cuatro obras que suponen una
ruptura clara con el Realismo del XIX: “Camino de perfección”, de Baroja; “Amor
y pedagogía”, de Unamuno; “La voluntad”, de Azorín; y “Sonata de otoño”, de
Valle-Inclán.
B/ LOS NOVELISTAS DEL 98
Dos son los asuntos principales que tratan: el tema de
España y el tema existencial. Varían las actitudes que toman en el desarrollo:
Unamuno es un patriota reformista, Baroja se mantiene escéptico, Azorín tiene
una percepción lírica, etc. Todos huyen de tópicos y persiguen “el
descubrimiento del alma de España” a través de tres modos conocidos:
.El paisaje. Eligen el espíritu sobrio y austero de
Castilla visto de manera subjetiva e idealista, donde proyectan su propio
espíritu e intentan captar paisaje y paisanaje.
.La historia. Les interesan, no los grandes hechos,
sino el ser humano anónimo en su vida cotidiana: lo que Unamuno llamaba la
“intrahistoria”.
.La literatura. Buscan el ser español en los clásicos
como Gracián. Larra les inspira por su lucidez frente a los males del país. Y
sobre todo Cervantes será el modelo en el que verán reflejadas las conductas de
los españoles.
Otros temas suyos versarán sobre la preocupación por
el sentido de la existencia humana, el papel de la religión en la sociedad, o
los conflictos morales y psicológicos.
En cuanto a técnica narrativa, pretenden ser
reformistas intentando expresar las emociones que les provoca la realidad;
rechazan el tono grandilocuente a favor de un estilo sencillo y claro, pero
expresivo y personal; tienden a la precisión léxica, local y arcaizante; y
adoptan la frase breve, el párrafo corto y la expresión natural.
Fueron también excelentes novelistas (aparte de los
dos que tratamos al final con más detenimiento), Azorín y Valle-Inclán.
José Martínez
Ruiz, Azorín, desarrolla una técnica descriptiva de
gran sencillez, brevedad de la frase y sensación miniaturista, en un afán por
apresar lo sustancial de las cosas en el desarrollo de su tema predilecto que
es la preocupación por el tiempo.
Algunas de sus obras se acercan al ensayo: “La
voluntad”, “Castilla”, “Don Juan”, etc.
Valle-Inclán,
por su parte, publica las “Sonatas”, de estilo modernista. Posteriormente
evoluciona hacia un lenguaje desgarrado en las novelas de la trilogía de “La
guerra carlista”. A su etapa final pertenecen “Tirano Banderas”, sobre un
supuesto dictador americano, y las novelas de la trilogía “El ruedo ibérico”,
de asunto histórico.
C/ LOS NARRADORES DEL NOVECENTISMO
La llamada Generación del 14 fue una nueva promoción
de intelectuales liberales que adoptaron una postura comprometida de reforma y
transformación de España mediante una visión racional de sus problemas, un
concepto elitista del arte y una concepción de la novela como género libre. Los
dos novelistas más conocidos son:
Gabriel Miró
/1879-1930), que contempla la realidad desde sus
impresiones en novelas sin apenas acción, concebidas como una secuencia de
escenas descriptivas en las que capta con ritmo lento gran variedad de matices
sensoriales. Así sucede en “Nuestro padre San Daniel” y “El obispo leproso”.
Ramón Pérez de
Ayala (1880-1962) creó una novela experimental, de
ideas, preocupada esencialmente por el tema de la conciencia, con estilo
elegante, de léxico rico y seleccionado junto a frases tomadas del habla
popular. Él mismo señaló dos épocas en su producción: en la primera destaca
“Troteras y danzaderas”, de carácter biográfico; y en la segunda, desarrolla
temas universales como el lenguaje, el amor y la sexualidad, o la comunicación,
como en “Berlamino y Apolonio.
D/ MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936)
Destaca por su carácter crítico e independiente y sus
novelas son proyección de sus inquietudes personales, sobre todo filosóficas.
Suprime referencias a la realidad e indaga en las complejidades íntimas. Toda
su obra se basa en la preocupación por España, el sentido de la existencia, por
el conflicto o “agonía” entre Dios y el hombre.
Son temas que aparecen ya en “Paz en la guerra” y
“Amor y pedagogía”, pero es “Niebla” (1914) la que refleja mejor las
características de sus “nivolas”, como él las llamaba. El tema de la relación
entre el creador y sus criaturas, se manifiesta en el personaje de Augusto
Pérez, que llega a rebelarse contra el autor. La confusión entre sueño y
realidad, y razón y fe, son temas derivados del principal: la angustia de la
existencia humana.
Esta lucha agónica es llevada a sus últimas
consecuencias en “San Manuel Bueno, mártir” (1933), que trata sobre un
sacerdote que ha perdido la fe. La novela indaga también en el dilema entre la
verdad dolorosa y la felicidad ilusoria, en el amor al prójimo y la abnegación
como actitud vital. En “Abel Sánchez” aborda el tema de la envidia ciega, y en
“La tía Tula” el instinto de maternidad frustrado.
E/ PÍO BAROJA (1872-1956)
Fue el narrador puro de su generación y en sus novelas
aflora su pesimismo filosófico y su visión negativa y mordaz de la vida
española. Como novelista, creía en la facultad de inventiva y la capacidad para
observar la realidad y describirla con detalles significativos, a través de
unos personajes que anhelan la aventura y fracasan en sus acciones.
Escribió más de setenta novelas, muchas de ellas
agrupadas en trilogías: “Tierra vasca” (“Zalacaín el aventurero” es la más
popular); “La vida fantástica” (“Camino de perfección” sobresale entre las
otras); “La lucha por la vida” (Destaca “La busca”, como novela de
aprendizaje); y “La raza” (“El árbol de la ciencia” es significativa de la
crisis de fin de siglo).
Con “Memorias de un hombre de acción” (1935) pretendió
narrar la vida española del XIX a través de un aventurero, Eugenio de
Aviraneta.
En cuanto al estilo, Baroja desprecia la frase larga y
la retórica vacía. Opta por la escritura escueta de frases cortas y párrafos
breves. Utiliza un idioma sobrio, claro y directo, sin circunloquios ni
elementos superfluos. De esta manera comunica una rapidez y un nervio narrativo
únicos en su generación, teñido de un tono agresivo y crispado a veces.
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3. EL TEATRO
A PRINCIPIOS DE SIGLO. R. Mª. del VALLE-INCLÁN Y F. GARCÍA LORCA
En los últimos años del XIX varios autores
consiguieron elevar el nivel literario del teatro español. Sin embargo, no dejó
de ser un teatro comercial adaptado a los gustos de la mayoría del público, por
lo que, a pesar de su mérito, no consiguió dejar obras de calidad excepcional.
Así lo atestiguan algunas obras de Galdós,
Benavente o Joaquín
Dicenta (“Juan José”), que trataron de introducir un teatro cercano al del
naturalismo europeo.
Así pues, en el primer tercio del siglo XX se
consolidan dos tendencias: conservadora, que triunfa entre el público burgués y
los empresarios; e innovadora, con nuevas tendencias y enfoques ideológicos, en
la que destacan Valle-Inclán entre los del 98 y Lorca entre los del 27.
1. TEATRO
CONSERVADOR
1.1. El drama burgués
Lo representa sobre todo Jacinto Benavente, cuya obra “El nido ajeno” es una feroz crítica
al lugar ocupado por la mujer de clase media. Indignó a la burguesía y fracasó
comercialmente. Entonces Benavente se adaptó con otras comedias de salón menos
molestas, como “Los intereses creados”, en la que triunfa el amor sobre el
dinero.
1.2. El teatro poético
Escrito en verso, de estética modernista e ideología
conservadora, evoca el pasado y sus valores. Destacan Eduardo Marquina con “Las hijas del Cid”, Francisco Villaespesa con “Doña María de Padilla”, o los hermanos Machado, con títulos como “La Lola
se va a los puertos”.
1.3. El teatro cómico
Dos géneros menores gustan al público: el sainete y la
comedia costumbrista. Se sirven de personajes típicos, lenguaje humorístico y
ambientes pintorescos. Destacan Carlos
Arniches, que se inició con sainetes del Madrid castizo hasta evolucionar
hacia la tragedia grotesca de “La señorita de Trevélez”, caricatura de la
hipocresía social; o los hermanos Serafín y
Joaquín Álvarez Quintero, con sus cuadros de costumbres andaluzas. De más
valor es Pedro Muñoz Seca, con la creación
del “astracán”, piezas descabelladas que provocan la carcajada por las
situaciones disparatadas. Así sucede en “La venganza de don Mendo”, parodia del
teatro modernista legendario.
2. TEATRO
INNOVADOR
2.1. El teatro de ideas
Como vehículo de exposición y difusión de ideas y
valores lo utilizaron dos escritores: M. de
Unamuno, que prescindió de la escenografía en favor de un hondo significado
moral y se sirve de diálogos densos difíciles de representar, como sucede en
“Fedra” y “El otro”; y Jacinto Grau, que
restauró la tragedia revisando algunos temas nacionales, como en “El conde
Alarcos”. En “El señor de Pigmalión” crea una fábula tragicómica sobre el poder
y los peligros de la creación, en la que el “muñeco” creado acaba asesinando a
su creador.
2.2. El teatro vanguardista
Hubo también un teatro experimental que sirvió para
ensayar nuevas herramientas de representación escénica, pero que constituyó un
rotundo fracaso las pocas veces que llegó a las tablas. Son exponentes de esta
tendencia Ramón Gómez de la Serna (“Los
medios seres”), Azorín (“Old Spain”) o Rafael Alberti (“El hombre deshabitado”). A
ellos hay que añadir las dos figuras más destacadas del teatro renovador de la
época, que trataremos en particular: Valle-Inclán y Lorca.
Consideración aparte merece el teatro poético de Alejandro Casona, que se dio a conocer con
“La sirena varada” y obtuvo un éxito resonante con “Nuestra Natacha”, donde
denunciaba la represión en los reformatorios de la época. La obra más celebrada
de su exilio es el drama simbólico “La dama del alba”.
Max Aub,
por su parte, es autor de una valiosa producción teatral que incluye obras
vanguardistas y antirrealistas como “Espejo de avaricia” y una obra centrada en
los horrores de todas las guerras, “San Juan”.
RAMÓN Mº. DEL VALLE-INCLÁN (1866-1936)
Su teatro supone un verdadero acto revolucionario,
pues persigue una constante ruptura formal y temática. En su obra se distinguen
tres etapas:
.Ciclo mítico. Sus primeras obras son modernistas, con
las “Comedias bárbaras”, trilogía formada por “Águila de blasón”, “Romance de
lobos” y “Cara de plata”, donde se presenta una Galicia mítica habitada por la
maldad.
.Ciclo de las farsas. Es el paso al esperpento, donde
se unen lo grotesco y lo poético. Destacan la “Farsa infantil de la cabeza del
dragón”, sátira del poder, o la “Farsa italiana de la enamorada del rey”, que
trata de la distancia entre el poder y el pueblo.
.Ciclo esperpéntico. Es en “Luces de bohemia” (1920),
donde utiliza por primera vez el término, deformación grotesca de la realidad
caracterizada por: exageración de rasgos que revelan las contradicciones
sociales; reflexión mediante el distanciamiento con lo que se ve, lo cual
convierte a los personajes en objetos o muñecos; significación crítica y
satírica bajo la burla; y utilización de contrastes, animalización o desgarro
lingüístico.
Otros tres esperpentos dramáticos se recogen en
“Martes de carnaval”: “Los cuernos de don Friolera”, sátira del honor; “Las
galas del difunto”, sobre el mito de don Juan; y “La hija del capitán”, donde
se parodian las dictaduras militares.
FEDERICO GARCÍA LORCA (1898-1936)
El grueso de su producción fue a partir de los años
treinta, cuando funda el teatro universitario “La barraca”. Su teatro es
poético, enfrenta instintos individuales y convenciones sociales en un choque
de dos principios: libertad y autoridad.
.Las farsas. Son cuatro: dos para guiñoles:
“Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita” y “Retablillo de don
Cristóbal”; y dos para actores: “La zapatera prodigiosa” y “Amor de don
Perlimplín con Belisa en su jardín”, sobre el matrimonio por interés.
.Los dramas vanguardistas. Son simbólicos,
surrealistas y difíciles de representar. En “El público” se defiende la
homosexualidad, y en “Así que pasen cinco años” se reelabora el tema clásico
del “carpe diem” o gozo del presente.
.Las tragedias. Son la cima de su arte, con el
protagonismo de la mujer y el tema de la frustración provocada por las
convenciones sociales.
En “Bodas de sangre” se enfrentan un matrimonio por
interés y una auténtica pasión. En “Yerma” el conflicto reside en la maternidad.
“La casa de Bernarda Alba” es la obra maestra, en la que un grupo de mujeres
aisladas y sometidas a su madre termina con el suicidio de una de ellas. Es una
denuncia de la represión del deseo y de la tiranía.
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4. LA POESÍA EN
EL NOVECENTISMO, LAS VANGUARDIAS Y LA GENERACIÓN DEL 27. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
A/ LA POESÍA ENTRE EL MODERNISMO Y LAS VANGUARDIAS
Hacia 1914 se suele dar por concluido el Modernismo,
aunque es un cambio progresivo en el que algunos poetas postmodernistas van
acentuando el componente intelectual. Así, T. Morales o J. Moreno Villa. En los
años 20 hay que destacar a León Felipe, ajeno al 27, autor de “Versos y
oraciones de caminante” (1920). Pero, sin duda, el esfuerzo de renovación más
importante de esta época en adelante será el de J. R. Jiménez (a quien
estudiaremos al final del tema).
B/ LA POESÍA DE LAS VANGUARDIAS EN ESPAÑA
Las vanguardias son un conjunto de movimientos
artísticos y culturales que se dan y se suceden en Europa en el período de
entreguerras, y que rompen con la ideología y la estética anteriores. En España
el impulsor fue Ramón Gómez de la Serna, además de revistas y tertulias que las
fomentaron, como “La revista de Occidente”. Es un momento de encuentro con
Europa.
Ahora los intelectuales y artistas rompen con una
realidad que no encuentra soluciones para los problemas del hombre y buscan, a
través de grupos y manifiestos, nuevos marcos que corten con el pasado
artístico. Se suceden rápidamente los llamados “ismos” en Europa, que dan
prioridad a la originalidad y la innovación, llegando a lo irracional,
rompiendo la sintaxis y abarcando nuevos campos como el tema de la técnica, los
caligramas en la forma expresiva, o el subconsciente como exploración.
En España hubo dos momentos (deshumanización y
rehumanización) y varias etapas:
.De 1908-1918: Primeras manifestaciones de la mano de
Gómez de la Serna.
.De 1918 a 1925: Ultraísmo y Creacionismo
.De 1925 a 1930: Surrealismo y rehumanización del arte
.De 1930-1936: Decae el vanguardismo por las urgencias
políticas y sociales
Los movimientos que más influyeron en nuestro país
fueron:
.Futurismo: De escasa penetración, exalta el progreso
y la técnica, como es patente en algunos poemas de Salinas y Alberti.
.Ultraísmo: Combina elementos futuristas y cubistas en
nuevos temas (deporte, coches). Lo impulsó Guillermo de Torre.
.Creacionismo: Autonomía plena del poema. Destacan
Vicente Huidobro y Gerardo Diego.
.Surrealismo: Fue el más influyente. Cala de lleno en
el 27, al poco tiempo de aparecer en Francia. Lo difunde Juan Larrea. Se sirve
de la metáfora como imagen de liberación y destacan obras como “Poeta en nueva
York”, de Lorca, “Sobre los ángeles”, de Alberti, o “Sombra del paraíso de
Aleixandre”.
C/ LA GENERACIÓN DEL 27
El origen del grupo se sitúa en el Ateneo de Sevilla,
en un acto de homenaje a Góngora en 1927, pues los asistentes compartían
relaciones personales, participaban en los mismos actos colectivos y tenían una
formación académica semejante. Sus guías fueron Ortega y Gasset, Gómez de la
Serna y J. R. Jiménez.
Pertenecen a este grupo los siguientes escritores:
Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre,
Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.
Sus temas son los propios de la lírica pero tratados
de forma vanguardista: la ciudad es símbolo problemático del universo; la
naturaleza desaparece como paisaje pero se hace simbólica y evocadora; el amor
se enfoca como una tensión enriquecedora que ordena el caos; la tradición
popular se recupera y se recrea; el compromiso se amplía a todos los órdenes de
la vida.
Son características formales de su poesía: la
renovación estética combinando las innovaciones vanguardistas con la tradición;
cuidado de la forma con léxico culto y términos extraños hasta entonces; la
metáfora y las imágenes visionarias son instrumentos principales en el juego
poético; en la métrica también mezclan el verso libre con el soneto y otras
estrofas tradicionales. En suma, evolucionan de una poesía intelectual, pura,
fría, a otra más preocupada por el dolor, el compromiso o los recuerdos.
D/ JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (1881-1958)
Su vida y su obra están marcadas por una dedicación
obsesiva y perfeccionista al culto de la belleza. De carácter hipersensible y
depresivo, se relacionó con la Institución Libre de Enseñanza, vivió en la
Residencia de Estudiantes y se casó con la traductora Zenobia Camprubí, mujer
decisiva en la trayectoria de Juan Ramón. Llevó una vida social apartada y se
exilió después de la guerra. En 1956 le concedieron el Premio Nobel.
Su obra comprende un número abrumador de libros
publicados, pues el poeta la consideraba una sucesión, “una obra en marcha”.
Esto le llevó a realizar varias antologías: “Poesías escojidas” (1917), la
importantísima “Segunda antolojía poética” (1922) y “Tercera antolojía poética”
(1957). Estas son un pequeño reflejo de la Obra Total. La segunda antolojía,
por ejemplo, contenía 522 poemas. A su muerte ya tenía una nueva revisión que
se publicaría en los años 70 con el título de “Leyenda”.
La poesía en verso permite conocer su evolución
estética. El propio poeta parece que establecía en sus últimos años tres etapas
en su producción: épocas sensitiva, intelectual y verdadera o suficiente.
La primera etapa llega hasta 1915, con libros como
“Ninfeas” y “Almas de violetas”, de tono neorromántico y decadente. “Arias
tristes” y “Jardines lejanos”, son intimistas y simbolistas. “Estío” es ya
claro exponente del cambio, estamos ante una poesía conceptual y formalmente
más sencilla.
La segunda se inicia con un libro capital en la lírica
contemporánea, “Diario de un poeta recién casado” (1917), libro abierto a las
innovaciones vanguardistas. “Eternidades” y “Piedra y cielo” prosiguen el
proceso de intelectualización y abstracción. “La estación total” da entrada
progresiva a una mayor carga metafísica.
La última época comprende sus años de exilio. Las
obras de este período, como “Dios deseado y deseante”, o “En el otro costado”,
prolongan y acentúan el carácter metafísico.
En cuanto a la prosa lírica, es conocidísimo su
libro “Platero y yo”, de 1914, en el cual se muestra su anhelo de gozosa
armonía con la naturaleza.
A partir de 1920 comenzó a publicar “Españoles de tres
mundos”, colección de caricaturas líricas donde retrata a los intelectuales
contemporáneos. Finalmente, son muy numerosos sus textos críticos y teóricos
para conocer su evolución poética.
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5. LA POESÍA
DE 1939 A 1975. CLAUDIO RODRÍGUEZ
A/ LA ÉPOCA DE POSGUERRA. LOS CUARENTA
En esta época nos encontramos con poetas más o menos
coetáneos de Miguel Hernández y que se suelen llamar Generación del 36. Algunos
marcharon al exilio y los que permanecieron en España se orientaron por
diversos caminos:
. Poesía arraigada:
Adeptos al régimen franquista y agrupados en torno a
la revista “Garcilaso”, cultivan una poesía optimista al margen de la dura
realidad del país y adoptan una actitud evasiva a través de lo estético.
Abundan los temas tradicionales (amor, paisaje, etc.) junto con el tema
recurrente de la religión. Utilizan formas métricas clásicas como el soneto, el
romance, la décima, etc.
Son representativos Luis Rosales, Dionisio Ridruejo,
Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, José García Nieto, Rafael Morales…
. Poesía desarraigada:
Otros poetas expresan su disconformidad con la
realidad. Esta corriente se suele situar a partir del año 1944, cuando Dámaso
Alonso publica “Hijos de la ira” y Vicente Aleixandre “Sombra del paraíso”. Al
mismo tiempo aparece en León la revista “Espadaña”, fundada por Victoriano
Crémer y Eugenio de Nora.
La temática fundamental de este grupo será el hombre
enfrentado a un mundo hostil e incomprensible, sumido en la angustia vital. El
tema religioso también estará presente, pero presentado desde la desesperanza y
la imprecación a Dios y al dolor humano. El estilo será más directo y sencillo,
menos estético, con un tono patético e incluso tremendista.
Son los poetas V. Crémer, E. de Nora, Carlos Bousoño,
José Luis Hidalgo, etc., junto con los primero libro de Gabriel Celaya, Blas de
Otero y José Hierro.
. Otras tendencias:
De menor repercusión, será el Postismo, fundado por
Carlos Edmundo de Ory, que enlaza con la vanguardia y pretende la libertad
expresiva, la imaginación y lo lúdico. Caso especial es Miguel Labordeta, que
cultiva una poesía rebelde cercana al surrealismo.
Mención especial es el grupo cordobés reunido en torno
a la revista “Cántico”. Entronca en sus gustos estéticos con la Generación del
27 y practica una poesía intimista de gran rigor estético. Aquí destacan
Ricardo Molina y Pablo García Baena.
B/ LA POESÍA SOCIAL DE LOS CINCUENTA
Hacia 1955 se consolida el llamado “Realismo social”,
también en poesía. De esta fecha son “Pido la paz y la palabra”, de Blas de
Otero, y “Cantos iberos”, de Gabriel Celaya. Estos poetas dejan la angustia
existencial y sitúan los problemas en el marco social. La poesía, para Celaya,
será un “instrumento para cambiar el mundo”. En cuanto a la temática, destaca
el tema recurrente de España, la injusticia social, el mundo del trabajo y el
anhelo de libertad.
Los poetas se dirigen a “la inmensa mayoría”. Por eso
el estilo se vuelve más sencillo, el lenguaje claro e intencionadamente
prosaico, en un tono coloquial; interesa más el contenido que los valores
estéticos. Junto a Celaya y Otero, destacan José Hierro, Eugenio de Nora y
Victoriano Crémer.
C/ LA NUEVA POÉTICA DE LOS AÑOS SESENTA.
El cansancio de la poesía social lleva al rechazo de
la poesía realista, sin abandonar las inquietudes sociales. Entonces irrumpe un
grupo con criterio renovador y voluntad de recuperar el lenguaje poético. Estos
poetas son Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Claudio
Rodríguez, Francisco Brines, Carlos Barral…
Poetizan la experiencia personal en temas que vuelven
a lo íntimo: el fluir del tiempo, la evocación de la infancia, el amor y el
erotismo, la amistad y lo cotidiano… Mantienen la preocupación por la situación
española, pero presentada con actitud distanciada, irónica o escéptica.
Muestran su inconformismo pero no aspiran a cambiar nada.
En su estilo hay un voluntario alejamiento de los
medios expresivos anteriores. Se rechaza el patetismo de la poesía desarraigada
y el prosaísmo de los poetas sociales. Aunque se mantienen fieles a un lenguaje
antirretórico, buscan un lenguaje personal de gran rigor y cuidado en la
construcción del poema. Su tono es cordial y cálido, aunque frecuentemente
emplean la ironía que muestra su escepticismo. El cuanto a la métrica,
predomina el verso libre.
D/ CLAUDIO RODRÍGUEZ
El zamorano Claudio Rodríguez (1934-1999), pese a ser
escritor de una obra no muy extensa, fue un poeta extraordinariamente precoz
que ganó con su primer libro el premio Adonais cuando aún no había cumplido los
veinte años. Después, fue elaborando a lo largo de su obra poética una
minuciosa teoría del conocimiento del mundo. Con variaciones de tono, lenguaje
y técnica, cantó y celebró la realidad envolvente de los objetos sencillos y el
vivir mismo, hecho concreto en la anécdota cotidiana.
En “Don de la ebriedad” (1953) se celebra la capacidad
de nombrar (mediante el don de la poesía) una naturaleza que se experimenta
como unidad armónica, en un estado de entusiasmo pleno (de ebriedad). En
efecto, se trata de una poesía en la que lo fundamental es el fervor lírico
ante la vivencia inmediata y el contacto del poeta con la tierra y el mundo
campesino. Este estado de éxtasis vital, que lo aproxima a la literatura
mística, se expresa con gran musicalidad en endecasílabos asonantados que
alternan con versos blancos.
“Conjuros” (1958) representa la superación de la
embriaguez primera, a la que sucede la contemplación de la forma de la materia
(una pared, una viga…), en la que los objetos inmediatos adquieren una
significación figurada, simbólica.
Pero el poeta descubre que las fuerzas que lo alían a
la vida van indefectiblemente unidas a fuerzas destructoras, descubrimiento que
se expresa en “Alianza y condena” (1965).
En sus dos últimos libros, la poesía, siendo todavía
una indagación cognoscitiva, se transforma en ámbito de celebración vitalista
de la realidad. En “El vuelo de la celebración” (1976) persiste la dualidad de
lo existente, pero ahora se celebra tanto el conocimiento como el
remordimiento, porque ambos son caminos de mejora.
La asunción jubilosa de la vida —con sus zonas de
sombra— continúa en “Casi una leyenda” (1991), aunque un barniz de melancólica
resignación ante lo incognoscible de la verdad cubre todo el libro.
Claudio Rodríguez dejó a su muerte un poemario
inédito, cuyo título, “Aventura” recuerda unas palabras suyas: “La poesía es
aventura —cultura—. Aventura o leyenda, como la vida misma”.
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6. LA NOVELA
DE 1939 A 1975. CAMILO JOSÉ CELA, MIGUEL DELIBES
A/ LOS NOVELISTAS EXILIADOS
Muchos escritores en activo durante la República
tuvieron que abandonar España tras la Guerra Civil. Algunos eran autores
consagrados y otros apenas habían iniciado su carrera literaria. Entre los
primeros sobresalen Max Aub (“El laberinto mágico”), Francisco Ayala (“Muertes
de perro”), Rosa Chacel “Memorias de Leticia Valle”) o Ramón J. Sender
(“Réquiem por un campesino español”); entre los que comienzan a escribir fuera
de su tierra destaca Arturo Barea (“La forja de un rebelde”).
B/ LA NOVELA DE LOS AÑOS 40
En los primeros años de la posguerra la vida literaria
quedó reducida a la propaganda de los escritores del nuevo régimen, como
Agustín de Foxá o Rafael García Serrano, que adoptaron una perspectiva
triunfalista sujeta al patrón del realismo decimonónico.
La represión, el hambre, la pobreza y el miedo de una
sociedad vigilada por la censura del nacionalcatolicismo, encontraron un
testimonio en dos novelas: “La familia de Pascual Duarte”, de Cela, y “Nada”
(1945), de Carmen Laforet.
Los tres novelistas más significativos del periodo son
Torrente Ballester, Cela y Delibes (de estos dos últimos nos ocuparemos al
final de este tema).
Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) alcanzó al gran
público con la serie televisiva inspirada en su trilogía “Los gozos y las
sombras”, aunque su obra maestra sería “La saga/fuga de J.B”, que es al mismo
tiempo novela fantástica, sátira, parodia y experimento literario. En sus
últimos años escribió una literatura más convencional, como “Filomeno a mi
pesar”, o “Crónica del rey pasmado”.
C/ LA NOVELA SOCIAL DEL MEDIO SIGLO
Alrededor de 1950, la inmigración del campo a la
ciudad y la consolidación de una clase media burguesa, originaron los primeros
conflictos de clase y el nacimiento de una mala conciencia entre universitarios
acomodados, que se expresó en forma de solidaridad con los desfavorecidos y, en
lo literario, en una narrativa de compromiso social que adoptó dos formas: el
neorrealismo y el realismo crítico.
El primero dio testimonio solidario con toda forma de
alienación o sufrimiento humanos. Importa lo que se dice y no cómo se dice,
mediante una prosa sencilla con predominio del diálogo. La representan Ignacio
Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Rafael Sánchez Ferlosio, Ana María Matute, etc.
El segundo movimiento tiene intencionalidad política y
convierte a la novela en un documento acusatorio. Emplea técnicas objetivistas,
utiliza tipos sociales (el campesino, el minero…) y suele ser muy maniquea.
Destacan Juan Goytisolo, Armando López Salinas, Jesús López Pacheco, Alfonso
Grosso, etc.
Con el tiempo, todos estos escritores pasaron de
practicar un realismo testimonial a cultivar una novela antirrealista en sus
muy diferentes variantes: la fantasía (Martín Gaite), el juego vanguardista con
el lenguaje y las estructuras (Fernández Santos) o la invención de mundos
fabulosos (Sánchez Ferlosio, Ana María Matute).
D/ LA NOVELA EXPERIMENTAL DE LOS SESENTA
En 1962 se publicaron dos novelas revolucionarias:
“Tiempo de silencio”, de L. Martín Santos, y “La ciudad y los perros”, de M.
Vargas Llosa. Eran el síntoma del agotamiento del realismo social y la señal de
alerta para la indagación de nuevas formas y técnicas narrativas y el regreso
de una imaginación vigorosa y libre.
La novela de los sesenta rechazó el realismo
testimonial por ser políticamente ingenuo (los problemas no se resolvían por
reflejarlos en novelas), y por estéticamente fraudulento (la revolución del
escritor es la revolución en la escritura).
A partir del 62, la experimentación estructural y
lingüística se compagina con el compromiso cívico o la crítica social, como
ejemplifican Martín Santos (“Tiempo de silencio”), Juan Goytisolo (“Señas de
identidad”, “Reivindicación del conde don Julián”), o Juan Benet (“Volverás a
Región”, “Herrumbrosas lanzas”).
A continuación trataremos con algún detenimiento a dos
de los más grandes novelistas españoles, que ocuparon con su obra prácticamente
todo el periodo estudiado.
E/ CAMILO JOSÉ CELA, EL NOVELISTA CAMALEÓNICO
C. J. Cela (1916-2002), reconocido con el Nobel en
1989, toca todas las corrientes de posguerra, y es innovador y fiel a unos
temas: violencia, sexo, anormalidad, fruto de una visión pesimista y casi
esperpéntica.
Arrancó con “La familia de Pascual Duarte” (1942),
biografía criminal que inauguró el “tremendismo”, y concluyó la década con el
“Viaje a la Alcarria” (1948), que lo acredita como pintor magistral de tipos y
ambientes.
En 1951 publica su obra maestra “La colmena”, un libro
de denuncia social en el que se entrecruzan múltiples historias con técnica
objetivista. Luego se aleja de lo social y se acerca al relato intimista e
incluso a lo experimental en “La catira” (1955).
Tras un largo paréntesis, reaparecerá con “San Camilo
1936”, denso monólogo experimental de personaje colectivo, tan desolado y
pesimista como su siguiente novela, “Oficio de tinieblas 5” (1973), su libro
más subversivo en el plano formal.
En su etapa última, alterna el tema de su tierra con
la audacia formal, en “Mazurca para dos muertos” (1983) o en novelas desiguales
como “Cristo versus Arizona”, para rematar con “Madera de boj” (1999), plena
demostración de la calidad poética de su prosa.
F/ MIGUEL DELIBES O LA NOVELA DE CASTILLA
M. Delibes (1920-2010), desde su primer libro, “La
sombra del ciprés es alargada” 1947), se caracteriza por una obra de gran
coherencia en defensa del hombre y la naturaleza, contra el dogmatismo, la
explotación, la opresión y el desarraigo.
Sus temas constantes son el enfrentamiento
rural/urbano, la infancia, la muerte y la alienación; y a partir de “El camino”
(1950) su estilo se hizo sencillo, preciso y de sintaxis escueta y gran riqueza
léxica.
Delibes define la novela como “un hombre, una pasión,
un paisaje”, y así lo ejemplifica en la trilogía del campo (“El camino”, “Las
ratas” y “Los santos inocentes”), o en la de la ciudad (“Mi idolatrado hijo
Sisí”, “La hoja roja”, y “El príncipe destronado”).
Con la renovación formal de los sesenta, Delibes
explora nuevos caminos sin mermar su contenido crítico, en “Cinco horas con
Mario” (1966), y en 1969 sorprendió con “Parábola de un náufrago”, novela
alegórica de carácter experimental.
Finalmente, en dos de sus extensas novelas finales,
Delibes demostró una gran amplitud de registros: “Madera de héroe” 91989) y “El
hereje” (1998).
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7. EL TEATRO DE
1939 A 1975. ANTONIO BUERO VALLEJO
A/ EL TEATRO EN LOS AÑOS 40
Condicionado por el franquismo y su ideología, el teatro
comercial presenta obras que falsifican la realidad y formalmente muy
convencionales.
Desde el punto de vista de la representación son
varias las corrientes:
.Teatro cómico heredero del sainete y de la
astracanada, con tópicos y chistes lingüísticos.
.Teatro histórico-político, que olvidaba la realidad
inmediata y evocaba el pasado imperial español.
Desde el punto de vista de la creación dramática, dos
líneas sobresalen:
.El drama burgués o alta comedia, continuación de la
comedia benaventina, que defiende valores conservadores y gozó de grandes éxitos
en la época. Sus autores fueron Calvo-Sotelo, López Rubio, Edgar Neville o el
propio Benavente.
.El teatro de humor, que fue lo más interesante del
periodo, con dos autores interesantísimos: Enrique Jardiel Poncela, que
intentará una comicidad nueva rompiendo con el humor tradicional y empleando
con mucha libertad la técnica y el espacio escénicos, en obras como “Eloísa
está debajo de un almendro”; y Miguel Mihura, con “Tres sombreros de copa”, que
suponía un humor cercano al absurdo muy novedoso y tardó veinte años en
representarla, por lo cual se dedicó a escribir teatro más comercial como
“Maribel y la extraña familia”.
B/ EL TEATRO REALISTA DE PROTESTA Y DENUNCIA EN LOS
AÑOS 50
Dadas las circunstancias de la época los autores se
ven ante dos opciones:
.El posibilismo, propuesto por Buero Vallejo, mediante
la crítica indirecta para superar la censura; y el imposibilismo, defendido por
Alfonso Sastre, que elige escribir con libertad a sabiendas de que las obras
serán censuradas.
Los temas abordan problemas de desigualdad social y
falta de humanidad, a través de obreros y personajes humildes. Muchas piezas no
llegaron a representarse (teatro soterrado) y sus autores tuvieron que cambiar
sus conceptos o silenciarse. La técnica predominante es un realismo que imita
espacios, rasgos y lenguajes populares.
Los autores y obras principales fueron Alfonso Sastre,
que emplea formas y temas diversos, como la denuncia de la censura en “La
mordaza” o el rechazo al militarismo en “Escuadra hacia la muerte”; Lauro Olmo,
con “La camisa”, drama proletario con elementos de sainete; o José Martín
Recuerda, con “Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca”, etc.
C/ NUEVAS FORMAS DE EXPRESIÓN DRAMÁTICA EN LOS AÑOS
60
Se produce un mayor alejamiento del teatro comercial y
la busca de nuevas formas y técnicas, de manera que los autores renovadores del
periodo se enfrentaron a los mismos obstáculos que los anteriores, sus obras
continuaron siendo muy críticas y sus novedades estéticas no fueron bien
recibidas por público y crítica muy conservadores.
También su producción supuso un teatro soterrado o
subterráneo, y sus principales representantes fueron: Francisco Nieva, creador
del llamado “teatro furioso”, lleno de símbolos y elementos oníricos, como en
“La carroza de plomo candente”; y Fernando Arrabal, de mucho éxito en el exilio
francés y creador del “teatro pánico”, de tono provocador y rebelde, con
elementos de la vanguardia y del absurdo. Solo a partir del 77 se conocieron
títulos como “Pic-Nic”, “Fando y Lis” o “El cementerio de automóviles”.
Ya a finales de la década surgieron los grupos de
teatro independiente, colectivos renovadores al margen del circuito oficial.
Los más conocidos fueron Els Joglars, Tábano, Los Goliardos y el Teatro
Experimental Independiente (TEI). Características suyas son:
.Creación colectiva de la obra sin un texto escrito
previo, donde todo el grupo aporta ideas y la improvisación es decisiva.
.Escasa importancia del texto, al contrario que en el
teatro convencional, porque importa el espectáculo: expresión corporal,
maquillajes, danza, mimo, música, etc., inspirados en técnicas de cabaret,
revista de variedades o circo.
.Enfoque crítico más allá de la denuncia, mediante la
burla, el humor o la caricatura.
.Ruptura de convenciones escénicas, como la
disposición del teatro en el centro del patio de butacas o la actuación desde
una butaca o la invitación a un espectador a participar.
D/ ANTONIO BUERO VALLEJO
Antonio Buero Vallejo (1916-2000) estudió Bellas Artes
y luchó en las filas republicanas. Al acabar la guerra fue encarcelado y
condenado a muerte pero le conmutaron la pena. Fue académico y Premio
Cervantes.
Su obra puede clasificarse genéricamente en tres
etapas: existencial, desde 1949, con piezas entre realistas y neosimbolistas;
social, a partir de 1958, con innovaciones técnicas de diverso calado; y su
teatro último, desde los 70, con un mayor propósito experimental.
En 1949 estrena “Historia de una escalera”, que abrirá
nuevos caminos. Su teatro es un compromiso con los temas humanos universales de
tipo existencial o social. Algunas de las características de este teatro son:
. Su género preferido es la tragedia para producir la
catarsis del espectador; por lo tanto es un teatro problemático que presenta
problemas y no ofrece soluciones sino interrogantes que cada individuo deberá
resolver para actuar en consecuencia.
. El diálogo ocupa un lugar central, y el lenguaje de
los protagonistas se caracteriza por su densidad, hondura y precisión.
. Como espectáculo también tiene mucha importancia. El
espacio escénico es minucioso porque todo tiene un significado concreto. En “El
tragaluz” se dan varios espacios simultáneos. El gesto y movimiento de actores
responde a motivaciones internas. Música y luz no son gratuitos: son elementos
del significado global. Las acotaciones suelen ser muy minuciosas.
. En relación con la técnica destacan los llamados
“efectos de inmersión”: se trata de hacer partícipe al espectador. Así, si los
personajes son ciegos (como en “La ardiente oscuridad”), o sordos (como Goya en
“El sueño de la razón”), el escenario se oscurece o no se oye hablar a los
actores, para que el espectador experimente dichas limitaciones.
Entre sus obras destacan los dramas históricos, como
“Un soñador para un pueblo” (1958), que sirven como modelo de hechos actuales,
o “Las Meninas”, sobre Velázquez. También son frecuentes los dramas de
personajes con problemas físicos, que simbolizan limitaciones humanas para
enfrentarse con la realidad. “El concierto de San Ovidio” (1962), “La
Fundación” (1974); o “La tejedora de sueños”, de corte simbólico, son algunos
de estos dramas.
_______________________________________
8. LA POESÍA
DESDE LOS “NOVÍSIMOS” A LA ACTUALIDAD
A/ LOS NOVÍSIMOS Y LAS NUEVAS CORRIENTES POÉTICAS
En 1970 el crítico José Mª. Castellet publicó una
polémica antología, que suponía un gran cambio respecto a lo anterior: “Nueve
novísimos poetas españoles”. Algunos de estos poetas eran Manuel Vázquez
Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, Pere Gimferrer, Leopoldo María Panero,
etc. He aquí sus características:
.El poeta novísimo se consideraba perteneciente a la
aristocracia intelectual y pretendía apartarse de la realidad inmediata.
Defendía la autonomía y la calidad artísticas.
.El cambio en cuanto a la temática comenzaba por la
mitificación de la cultura de los medios de masas, la tendencia a la evasión,
la recreación del pasado o la ambientación en lugares exóticos, lo que dio
lugar al sobrenombre de “venecianismo”.
.Sus influencias poéticas son variadas. Eliot, Cavafis
o los surrealistas, entre la poesía extranjera; o Cernuda, Aleixandre, Gil de
Biedma, Octavio Paz o César Vallejo, en habla española.
.Formalmente, se vuelve a los experimentos de
vanguardia, escritura automática, “collages”, léxico culto, referencias
culturalistas, monólogo dramático, etc.
B/ LA POESÍA EN LA TRANSICIÓN: CRUCE DE
GENERACIONES
Son años en que conviven poetas de diferentes edades y
tendencias, incluidos algunos de la Generación del 27 que siguen vivos; además
de que poetas de los sesenta como Gil de Biedma y Ángel González publicarán
libros importantes por su influjo en los jóvenes.
Desde 1975 se advierten cambios en los propios
“Novísimos”, como un freno en el exceso culturalista y un cultivo de una poesía
más personal e intimista. Esto hace que se ramifiquen en varias corrientes:
.Culturalista. El poema se centra en un dato, suceso o
personaje, y se construye sobre él.
.Clasicista. Inspirada en formas métricas y estilo
renacentista o barroco, o modernista, adaptándolos a la actualidad.
.Experimental. Profundiza en las vanguardias con
poesías visuales o “collages”, y recurriendo a la “metapoesía”, que indaga
sobre ella misma.
C/ NUEVAS TENDENCIAS DE LOS OCHENTA Y LOS NOVENTA
En pocos años, las estéticas derivadas de los
Novísimos proponen una recuperación de una poesía realista, que comunique con
el lector utilizando diversos tonos y recursos. Es la llamada “Poesía de la
experiencia”, aunque aquí cabrían propuestas diferentes. Los principales
autores son Luis García Montero y Felipe Benítez Reyes. Y otros serían Javier
Egea, Benjamín Prado, etc.
Sus características generales son:
. Temas comunes a la experiencia del poeta y el
lector, muchas veces sobre motivos banales: asuntos urbanos o sentimentales;
pero también de compromiso con lo social.
. La forma es importantísima. Se advierte el influjo
de los sesenta, partiendo de que el poema y el sujeto poético son ficciones. El
lenguaje es conversacional, son frecuentes elementos de la cultura popular y
los marcos espaciales y temporales son reconocibles.
Dentro de estos rasgos genéricos, se producen
manifestaciones distintas:
. Poesía realista inspirada en Machado, con formas
tradicionales y tonos sentimentales o nostálgicos, como la poesía de Andrés
Trapiello.
. Poesía figurativa de argumento casi narrativo con
ironía y humor. Así, en Luis Alberto de Cuenca, Jon Juaristi y Carlos Marzal.
Un caso especial es Luis Antonio de Villena, que gira del culturalismo extremo
a lo autobiográfico más oscuro.
. Poesía elegíaca, de raíz romántica, en la que el
paso del tiempo y la nostalgia son los temas fundamentales. Son poetas como
Juan Luis Panero y Eloy Sánchez Rosillo.
Sin embargo, en esos años, no todo es poesía de la
experiencia. Con menos éxito y difusión, continúa habiendo otras variadas
formas de entender el género lírico:
. Neorromanticismo propio de los ochenta, en Alejandro
Duque y Abelardo Linares
. Neosurrealismo de poetas como Blanca Andreu, Amalia
Iglesias o Miguel Velasco, inspirado en el 27 (Cernuda, Aleixandre, Lorca) y
basado en la asociación insólita e irracional y en un lenguaje oscuro que
busca, no la comprensión, sino la sugerencia.
. Poesía trascendente, apoyada en el valor simbólico
del lenguaje para transportarnos a una segunda realidad, que apela al misterio
de las cosas que nos rodean (José Luis Puerto o Vicente Valero); o a la memoria
colectiva, como Julio Llamazares, Juan Carlos Mestre o Julio Martínez Mesanza.
. Poesía metafísica de reflexión filosófica y
religiosa, como en Olvido García Valdés o Miguel Casado.
. Neopurismo, con dos tendencias: objetivismo, que
enlaza con Guillén y Valente, caracterizado por el control frío de la emoción,
en Andrés Sánchez Robayna y Julia Castillo; y poesía del silencio, difícil de
entender porque reduce el lenguaje a lo imprescindible, en Álvaro Valverde o
Amparo Amorós.
. Poesía clasicista, de gran perfeccin formal y
estrofas clásicas, como sucede con Antonio Carvajal, Fernando de Villena o
Francisco Castaño.
. Por fin, sobresalen también importantes voces
líricas femeninas: el refinamiento expresivo de Juana Castro, la desinhibición
erótica de Ana Rossetti, el amor juvenil en Almudena Guzmán, la dicción
superrealista en Blanca Andreu, etc.
D/ LOS ÚLTIMOS AÑOS Y EL PASO AL SIGLO XXI
Es difícil establecer las tendencias de la poesía
desde los inicios del siglo XXI. Podemos encontrar representantes de las
poéticas más variadas y dispares. La proliferación de antologías que intentan
ordenarlas y clasificarlas no hace muchas veces sino aumentar la confusión. En
general, continúan algunas de las tendencias descritas antes.
Fenómeno de ultimísima hora lo constituye la
“Generación tuit” o de poetas nativos digitales. Se trata de una generación de
poetas “pop” tardoadolescentes que han creado, crecido y divulgado su obra en
la calle misma y a través de las redes.
El fenómeno de la poesía “pop” ha roto el silencio de
un gremio habitualmente inmutable y lo que se ha puesto en evidencia es la
fragilidad de los filtros y las carencias institucionales.
Defreds, Marwan, Irene X, Berta García o Loreto Sesma,
son algunos de los nuevos nombres que han revolucionado el panorama poético.
Todos ellos han alcanzado lo impensable hace años: unas cifras de ventas
bastante elevadas.
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9. LA NOVELA
DESDE LA DÉCADA DE LOS SETENTA A LA ACTUALIDAD. EDUARDO MENDOZA.
A/ LA NOVELA EN LOS AÑOS DE LA TRANSICIÓN
Por estos años la novela se convierte en el género
estrella por número de lectores, calidad y ventas, pero también el lado
mercantil de la literatura condicionará demasiado.
Esta llamada Generación del 68 se inició dentro de la
corriente experimental pero pronto evolucionó hacia formas más tradicionales
del relato.
Continúan experimentando Juan Goytisolo y Juan García
Hortelano, y alguno más joven como Julián Ríos, autor de “Larva”. En la
denominada “metanovela” trabajan escritores como Luis Goytisolo (“Antagonía”) o
nuevos como Álvaro Pombo.
Sin embargo, pronto se regresa a una novela más amena
que cuenta una historia atractiva para el lector, con “La verdad sobre el caso
Savolta”, de Mendoza (de quien hablaremos más adelante con detenimiento).
La vuelta a la narratividad tiene algunas
características comunes, a pesar de la multiplicidad de autores, temas y
estilos:
.La trama argumental debe despertar el interés y
mantener la atención mediante recursos de intriga o suspense, y los hechos
deben ser realistas y desarrollados en la ciudad actual; se utilizan
estructuras procedentes de otros géneros, se debe concluir en relatos cerrados y
deben predominar los diálogos.
.La novela se desvincula de lo social y político, y
los problemas humanos se tratan desde su individualidad formando parte de temas
de moda.
.Son también autores representativos: Manuel Vázquez
Montalbán, creador del detective Pepe Carvalho en “Los mares del sur”, o de
novelas históricas como “Galíndez”; y José María Guelbenzu, que experimenta con
“El mercurio” y vuelve a lo tradicional en “El río de la luna”.
B/ TENDENCIAS NARRATIVAS DE LOS AÑOS OCHENTA Y
NOVENTA
En 1981 apareció “Bélver Yin”, de Jesús Ferrero, que marca
el inicio de la novela de la democracia y dio la pauta a las novelas de este
período, caracterizadas por la importancia del argumento, por la amplitud y
variedad temáticas, y los aspectos comerciales.
Las principales tendencias surgidas en estos años son
las siguientes:
.Narraciones que exploran la relación entre ficción y
realidad, que permiten confundir al narrador o personaje con el autor. Es el
caso de Enrique Vila-Matas, con “Bartleby y compañía” (2000), Luis Landero o
Javier Marías.
.Éxito del género histórico, como las novelas de
Terenci Moix ambientadas en Egipto (“No digas que fue un sueño”), o las
situadas en la guerra civil: Julio Llamazares con “Luna de lobos” (1985) o
Félix de Azúa con “Cambio de bandera” (1991).
.Continuidad del género policíaco, en autores como
Antonio Muñoz Molina, “Beltenebros” (1989), o Rafael Chirbes, “Mimoun” (1988),
si bien la estructura policíaca está muy presente en novelas con otra
intención.
.La novela testimonial, con base autobiográfica en A.
Muñoz Molina (“El jinete polaco”, 1991), o “Tranvía a la Malvarrosa” (1994), de
Manuel Vicent.
.La novela erótica, de gran auge tras “Las edades de
Lulú” (1989), de Almudena Grandes, y presente en las novelas de Eduardo
Mendicutti.
C/ LOS ÚLTIMOS AÑOS
En los inicios del siglo XXI no hay grandes cambios:
se trata de dar gusto al lector con gran variedad de temas, y mezcla de géneros
que la hacen difícil de clasificar.
Son tendencias recientes la novela de ambientación
histórica (Pérez-Reverte, Matilde Asensi); sobre República, guerra y franquismo
(toda una serie de Almudena Grandes); sobre intriga policiaca (Lorenzo Silva,
Carlos Ruiz Zafón); sobre metanovela (E. Vila-Matas o Luis Magrinyà); novela
lírica o intimista (Juan José Millas o Gustavo Martín Garzo); diarios, memorias
y testimonios (Rosa Montero o Andrés Trapiello).
De gran interés y muy cultivado hasta hoy mismo ha
sido el llamado “realismo abierto”, que mezcla lo inventado con la vida del
autor, y que fue iniciado con “Soldados de Salamina” (2001), de Javier Cercas.
D/ EDUARDO MENDOZA
Eduardo Mendoza Garriga (Barcelona, 1943), abogado y
traductor de profesión, comenzó con gran éxito a mediados de los 70, éxito que
no le ha abandonado hasta hoy mismo. De estilo sencillo y directo, tendente al
lenguaje popular, gusta de personajes marginales que miran la sociedad con
extrañeza y ambienta sus obras en su ciudad natal. Ha cultivado dos líneas
paralelas y diferentes en su narrativa: una seria y otra burlesca.
Se estrenó en 1975 con “La verdad sobre el caso
Savolta”, que es considerada por la crítica como precursora del cambio en la
transición democrática y como superación del realismo social por su vuelta a
las historias de argumento que placen al lector.
En 1979 publicó “El misterio de la cripta embrujada”,
inaugurando una serie paródica de cinco novelas hasta hoy, protagonizadas por
un detective de nombre desconocido y salido de un manicomio, de gran éxito
entre sus lectores. Otros títulos de dicha serie son “El laberinto de las
aceitunas”, o la última, “El secreto de la modelo extraviada”.
En los ochenta publica dos de sus mejores novelas. En
1986, “La ciudad de los prodigios”, considerada su obra maestra y ambientada en
la Barcelona social y urbana entre las dos exposiciones universales de 1888 y
1929. Sin embargo, en “La isla inaudita”, trasladará la acción principal a
Venecia.
También ha publicado en dos ocasiones, para el diario
El País, dos novelas por entregas que luego se publicaron como libro: “Sin
noticias de Gurb” (1991), cuyo protagonista es una extraterrestre que aterriza
en Barcelona, y “El último trayecto de Horacio dos” (2002), diario sarcástico
de un viaje al espacio.
Ya en los noventa, publicó dos novelas serias
ambientadas en la posguerra española: “El año del diluvio” (1992), cuya acción
transcurre en un pueblo catalán regido por un cacique franquista, y “Una
comedia ligera” (1996), sobre un escritor mediocre que vive los sobresaltos de
su entrada en la edad otoñal.
Avanzada la primera década del nuevo milenio, siguió
cosechando éxitos con “El asombroso viaje de Pomponio Flato” (2008), curiosa
novela policiaca ambientada en tiempo de Jesús de Nazaret, y con “Riña de
gatos. Madrid 1936” ganó el Premio Planeta en 2010.
En 2016 corona su carrera con el Premio Cervantes,
porque según destaca el jurado “posee una lengua literaria llena de sutilezas e
ironía”.
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10. EL TEATRO
DESDE LA DÉCADA DE LOS SETENTA A LA CTUALIDAD. JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS.
A/ EL TEATRO EN LA DEMOCRACIA. CARACTERÍSTICAS
La llegada de la democracia levantó muchas
expectativas en el teatro; sin embargo, con la desaparición de la censura,
comenzó una época de crisis que dura hasta hoy y obliga a una continua
transformación. Y es que el teatro, como espectáculo, sufrió profundas
transformaciones en esos años y las razones del cambio fueron varias:
.El fracaso de montajes teatrales vanguardistas
aplicados a clásicos como Valle-Inclán o Lorca no fueron aceptados por el
público, y las obras censuradas de otro tiempo ya se habían pasado de moda.
.La competencia del cine y la tele, y en la actualidad
de las nuevas tecnologías, son fórmulas más atractivas para el tiempo de ocio.
.La pérdida de impacto social de la escena para educar
al público se va diluyendo poco a poco; y además, el criterio conservador lo
sigue considerando como evasión.
.La intervención institucional mantiene algunas
compañías y festivales, pero también condiciona contenidos y estéticas, teme
experimentalismos y margina a autores noveles.
B/ TENDENCIAS TEATRALES DOMINANTES EN LOS 80 Y 90
Algunos géneros son dudosamente exitosos siempre y
continúan en escena, como ocurrió en los primeros años de la transición con un
teatro reaccionario que se burlaba de los cambios sociales y políticos, y realizaba
una apología del franquismo utilizando las formas de la comedia más vulgares.
También continuó con gran presencia la comedia
burguesa, con estructuras y formas similares a las tradicionales, pero
renovando y actualizando sus temas. Y, por supuesto, triunfó el teatro más
comercial de autores tan exitosos como Antonio Gala, quien alterna el
simbolismo con dramas realistas o recreaciones históricas, con protagonistas
femeninas y temas personales: “Petra Regalada”, “Anillos para una dama” o “Los
bellos durmientes”; o Juan José Alonso Millán (“Tratamiento de choque”).
Al mismo tiempo, se mantuvo un teatro simbólico o
farsesco, que expresaba su descontento social y político: Manuel Martínez
Mediero (“Las hermanas de Búfalo Bill”); y paralelamente se abrió paso un
teatro primitivista que buscaba la revelación del mundo subconsciente, como el
de Luis Riaza en “El palacio de los monos”.
En estos años ochenta y noventa, el teatro ha recibido
un considerable respaldo institucional, concretado, por ejemplo, en la creación
del Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas. Por su parte, las
innovaciones experimentales realizadas desde atrás por los grupos de teatro
independiente se van atenuando, pero es destacable la larga trayectoria de Els
Joglars, Dagoll Dagom o Els Comediants.
Finalmente, los intentos de síntesis entre lo
convencional y lo renovador son lo más destacado del período, pues tratan temas
de interés para el público con una estética realista, como son los casos de
Fernando Fernán Gómez (“Las bicicletas son para el verano”), José Luis Sanchís
Sinisterra (“¡Ay, Carmela!”), Fermín Cabal (“Vade retro”), o José Luis Alonso
de Santos, que trataremos a continuación.
C/ LOS ÚLTIMOS AÑOS. TENDENCIAS DEL TEATRO ACTUAL
El panorama es variado y cambiante, entre lo comercial
y lo institucional, pero también surgen nuevas propuestas escénicas. Sus
características son:
.Las compañías institucionales contribuyen a difundir
el patrimonio teatral histórico.
.El teatro de humor innova con monólogos, comedias
mudas o adaptaciones.
.Destacan nuevos autores como Paloma Pedrero, Yolanda
Pallín o Juan Mayorga.
.Abunda el teatro en circuitos no comerciales con
fórmulas como el microteatro.
.Prolifera el teatro musical, como “Cabaret”, “Grease”
o “El rey león”.
D/ JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS
José Luis Alonso de Santos (Valladolid, 1942) se
trasladó a Madrid en 1959, donde se licenció en Filosofía y Letras por la
Universidad Complutense y en la Facultad de Ciencias de la Información. En 1960
comenzó a interesarse por las tablas, recibiendo clases de William Layton. Fue
uno de los fundadores del grupo Tábano y fundó y lideró durante diez años el
Teatro Libre.
Procede, pues, del teatro independiente: antes de
revelarse como autor dramático, había trabajado como actor o director en el
Teatro Estudio de Madrid, Tábano, Teatro Experimental Independiente y Teatro
Libre de Madrid. Como se puede apreciar, posee una experiencia polifacética en
el mundo de la escena, que sabe aprovechar muy bien.
Es un maestro de la comedia costumbrista, con la que hurga
en los problemas sociales más acuciantes (drogadicción, inseguridad ciudadana).
Utiliza con desenvuelta naturalidad el habla popular, desde el registro
coloquial al argot juvenil o de la delincuencia. Su propensión a la parodia es
un rasgo común en muchas de sus obras.
En 1975 estrenó su primera obra, “¡Viva el Duque
nuestro dueño!”, en la que advertía alguna influencia del esperpento, y muy
especialmente del entremés clásico.
Obtuvo un gran éxito con “La estanquera de Vallecas”
(1981), sobre un desatinado atraco a un estanco, que por su tono costumbrista,
lenguaje coloquial y toques de sátira y humor ha sido calificada de sainete de
nuestro tiempo. De esta obra, de “Bajarse al moro” y de otra titulada
“Salvajes” se han realizado versiones cinematográficas.
También fue muy bien recibida la recién citada
“Bajarse al moro” (1985), en la que aborda un problema de actualidad como es el
submundo de la droga, mezclando ingredientes de la comedia tradicional con
otros cómicos e incluso grotescos, que junto al lenguaje de argot de los
jóvenes protagonistas, dan un cierto aire innovador a la pieza.
“Trampa para pájaros” (1990) es un drama político en
el que se reflexiona sobre el cainismo de las dos Españas.
En “La sombra del Tenorio” (1995) es autor crea un
prodigioso juego metateatral en el que resultan involucrados los espectadores.
Todavía en 2015 ha publicado dos nuevas obras: “En el
oscuro corazón del bosque”, obra para cinco personajes en la que juega un papel
fundamental la música de Mozart; y “Nuestra cocina”, obra de enorme teatralidad
y de grandes conflictos entre veintiún personajes que suponen un verdadero
compendio de caracterizaciones.
De su fertilidad como escritor nos hablan sus
cincuenta obras dramáticas escritas, estrenadas la mayoría con éxito de crítica
y público. Solo en los años ochenta estrenó doce obras, en los noventa otras
diez, y en el nuevo siglo otra docena más. Y del reconocimiento que le ha
brindado la crítica son prueba premios tales como el Tirso de Molina (1984) y
el Nacional de Teatro (1986).
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