lunes, 8 de febrero de 2016

[2017] LITERATURA. EBAU 2017






TEMAS DE LITERATURA


EBAU. NORMATIVA LOMCE



CURSO 2017-2018




Queridos amigos: Lo que sigue a continuación no es más que una propuesta de urgencia para resolver el problema que todos conocéis, sobrevenido con la MODIFICACIÓN DE LOS TEMAS DE LITERATURA para la EBAU 2017.

Si entendí bien en la REUNIÓN ARMONIZADORA de mi provincia (Palencia, 8 de marzo), al menos en tres aspectos debe cambiar el temario antiguo para ajustarse al nuevo currículo LOMCE:

1. ACOTACIÓN. Los nuevos temas comprenden épocas y períodos literarios distintos de los que se venían exigiendo.

2. VALORACIÓN. Desde ahora en adelante, el autor o autores específicos que figuran en cada epígrafe pasarán a puntuar un tercio de la pregunta; es decir, que esto obliga por lógica a que su desarrollo sea también de un tercio de la extensión del tema.

3. ENFOQUE. Parece ser que tienen prioridad las características generales de épocas o movimientos, acompañadas de sencillas citas de autores y obras cuando proceda, y que se reserva un desarrollo más detallado para los autores que figuran en los títulos.

4. EXTENSIÓN. En este aspecto no se han producido cambios y sigue exigiéndose una buena síntesis, que en la práctica consiste en escribir a mano con letra regular tres caras de folio o poco más (de lo contrario el alumno se quedaría sin tiempo para el resto).

En fin, espero que mi propuesta pueda ser de utilidad para alguien más. Al mismo tiempo, aprovecho para que conozcáis un poco mi faceta creativa.

Nada más y un saludo.


TEMAS DE LITERATURA PARA EBAU 2017. NORMATIVA LOMCE.

1. LA POESÍA A PRINCIPIOS DE SIGLO. MODERNISMO Y G. DEL 98. RUBÉN DARÍO Y ANTONIO MACHADO
A/ LA POESÍA DE PRINCIPIOS DE SIGLO
En los primeros años del XX se publican los libros que luego serían más característicos del Modernismo español: “Alma”, de Manuel Machado; “Soledades”, de Antonio Machado; y “Arias tristes”, de J. R. Jiménez. A partir de aquí la poesía se aparta del prosaísmo propio de la lírica de la segunda mitad del XIX.
En los últimos años de la primera década del siglo XX se siguen publicando libros modernistas, aunque ya apuntan nuevos rumbos: “Poesías”, de Unamuno; “Soledades, galerías, otros poemas”, de Antonio Machado; poemarios de Rueda, M. Machado… y la incesante producción de J. R. Jiménez: “Elejías”, “Pastorales”…
Hay que señalar también un grupo de nuevos poetas que, influidos por la visión literaria del Novecentismo, ponen freno a lo sentimental y dan mayor cabida al intelecto. Su poesía es producto de la selección y pretenden una poesía pura, desnuda, siguiendo la línea de Juan Ramón. Después evolucionarán hacia las vanguardias o la rehumanización. Entre estos cabe destacar a Juan José Domenchina o León Felipe.
B/ MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98
Entre Modernismo y 98 no hay una separación clara. Durante los primeros años se pueden encontrar muchas características comunes y algunos escritores incluso negaron la existencia de dos grupos diferentes. O sea, puede afirmarse que el Modernismo es la versión hispánica de la crisis europea de fines del XIX y que en este movimiento se dan dos orientaciones: una literatura de evasión y tendencia aristocrática (Modernismo, en sentido estricto), y otra con mayor presencia de la realidad contemporánea tratada con intención crítica (Gen. 98).
Por lo que se refiere al MODERNISMO:
.Es un movimiento esencialmente poético, su impulso inicial procede de Hispanoamérica debido al cubano José Martí y, sobre todo, al nicaragüense Rubén Darío. En España son poetas de esta corriente Salvador Rueda, Francisco Villaespesa, Manuel Machado o el primer Juan Ramón Jiménez.
.En su léxico se produce una total renovación, incorporando gran número de neologismos, palabras sonoras y adjetivos insólitos.
.En cuanto a figuras se da una presencia constantes de reiteraciones, aliteraciones, antítesis, sinestesias y todo tipo de símbolos e imágenes.
.En la métrica recuperan el alejandrino, usan el verso libre, inventan estrofas y componen buscando ritmos potentes y de gran musicalidad.
.En los temas priman la fantasía y la imaginación, que conducen a la evasión hacia lo exótico, lo oriental, lo legendario, lo mítico… también lo íntimo teñido de pesimismo.
Por lo que se refiere a la GENERACIÓN DEL 98:
.Aunque el 98 es esencialmente una generación de prosistas, cuentan con una obra poética importante Unamuno, Valle-Inclán y, sobre todo, Antonio Machado (que trataremos aparte). Pese a su diversidad y peculiaridad, todos ellos pretenden una renovación estética e intelectual.
Unamuno es poeta tardío, al margen de modas, y que huye de la sonoridad fácil. Los temas son los mismos de su prosa: angustia existencial, la religión, el paisaje, la familia, etc. En la métrica usa estrofas tradicionales pero también la métrica irregular y, en general, de efectos rítmicos duros o ásperos. Son obras destacables “El Cristo de Velázquez” o “El romancero del destierro”.
En Valle-Ínclán, sin embargo, su talento de dramaturgo eclipsó enseguida las manifestaciones poéticas, sobre todo de estilo modernista, de sus dos libros más conocidos: “Aromas de leyenda” y “La pipa de Kif”.
.Se puede apreciar en las obras de estos autores ciertas constantes en el estilo: sobriedad, sencillez expresiva, cuidado en el lenguaje, gusto por los términos de sabor tradicional, subjetivismo, métrica clásica…
.En los temas s reiteran la preocupación por España, la sensibilidad y emoción ante el paisaje, sobre todo el castellano, las reflexiones que giran en torno a lo religioso y lo existencial…, como sucede en la novela.
C/ RUBÉN DARÍO
Muchos de los motivos e innovaciones del Modernismo se deben al nicaragüense Rubén Darío (1867-1916), poeta revolucionario en cuya trayectoria hay dos etapas:
. Primera etapa. Corresponde a su modernismo americano. Se inicia con “Azul” (1888), libro en el que combina prosa y verso con un estilo musical, de ritmos marcados y novedosas imágenes.
En “Prosas profanas” (1896) Darío brinda el más vasto surtido de motivos, temas y fórmulas métricas de la nueva tendencia. Cisnes, princesas, arlequines, ambientes versallescos, mitología, en poemas de gran sonoridad y capacidad de sugerencia.
.Segunda etapa. Darío toma contacto con preocupaciones sociales y existenciales. En “Cantos de vida y esperanza” (1905) atenúa el preciosismo formal y se orienta temáticamente hacia su intimidad desasosegada y hacia las inquietudes políticas, como puede comprobarse en inolvidables poemas como “Salutación al optimista” o “Lo fatal”.
Darío transformó la lengua poética en nuestro idioma y ejerció una duradera influencia en la lírica española e hispanoamericana posterior.
D/ ANTONIO MACHADO
A. Machado (1875-1939) fue un hombre de talante taciturno, pero comprometido con los desfavorecidos y defensor de la República. Su muerte, camino del exilio, lo convirtió en símbolo de la España liberal y progresista.
.Primera etapa. Corresponde con sus años modernistas. Son sus libros “Soledades. Galerías. Otros poemas” (1907), que es selección y ampliación del anterior “Soledades” (1903). El escritor ofrece una poesía intimista en la que dialoga consigo mismo y cuya materia es el paso del tiempo, la muerte o la ensoñación.
.Segunda etapa. Son años de toma de conciencia crítica. Publica “Campos de Castilla” (1912 y 1917), donde denuncia la pobreza, incultura y atraso de España, en consonancia con el grupo del 98. También aparece la melancolía por la muerte de su mujer, junto con la visión del paisaje y paisanaje castellanos: alma y paisaje en una sola realidad.
.Tercera etapa. Ocupa un lugar central el cantar popular sentencioso y la prosa ensayística. En “Nuevas canciones” (1924), destacan los poemillas de “Proverbios y cantares” junto con los temas de siempre: la inquietud religiosa, el tiempo, la injusticia, el relativismo…
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2. LA NOVELA A PRINCIPIOS DE SIGLO. P. BAROJA Y M DE UNAMUNO
A/ CONTINUIDAD DE LA NOVELA REALISTA
Durante los primeros años del XX, muchos de los realistas prolongaron su labor: Galdós o Pardo Bazán publican títulos importantes bien entrado el nuevo siglo. Vicente Blasco Ibáñez escribe novelas naturalistas, y otros autores como Felipe Trigo o Eduardo Zamacois, representantes de la novela galante o erótica, se mantuvieron afines a los presupuestos de la novela realista.
Pero puede decirse que a partir de 1902 comienza una nueva novela española con la publicación de cuatro obras que suponen una ruptura clara con el Realismo del XIX: “Camino de perfección”, de Baroja; “Amor y pedagogía”, de Unamuno; “La voluntad”, de Azorín; y “Sonata de otoño”, de Valle-Inclán.
B/ LOS NOVELISTAS DEL 98
Dos son los asuntos principales que tratan: el tema de España y el tema existencial. Varían las actitudes que toman en el desarrollo: Unamuno es un patriota reformista, Baroja se mantiene escéptico, Azorín tiene una percepción lírica, etc. Todos huyen de tópicos y persiguen “el descubrimiento del alma de España” a través de tres modos conocidos:
.El paisaje. Eligen el espíritu sobrio y austero de Castilla visto de manera subjetiva e idealista, donde proyectan su propio espíritu e intentan captar paisaje y paisanaje.
.La historia. Les interesan, no los grandes hechos, sino el ser humano anónimo en su vida cotidiana: lo que Unamuno llamaba la “intrahistoria”.
.La literatura. Buscan el ser español en los clásicos como Gracián. Larra les inspira por su lucidez frente a los males del país. Y sobre todo Cervantes será el modelo en el que verán reflejadas las conductas de los españoles.
Otros temas suyos versarán sobre la preocupación por el sentido de la existencia humana, el papel de la religión en la sociedad, o los conflictos morales y psicológicos.
En cuanto a técnica narrativa, pretenden ser reformistas intentando expresar las emociones que les provoca la realidad; rechazan el tono grandilocuente a favor de un estilo sencillo y claro, pero expresivo y personal; tienden a la precisión léxica, local y arcaizante; y adoptan la frase breve, el párrafo corto y la expresión natural.
Fueron también excelentes novelistas (aparte de los dos que tratamos al final con más detenimiento), Azorín y Valle-Inclán.
José Martínez Ruiz, Azorín, desarrolla una técnica descriptiva de gran sencillez, brevedad de la frase y sensación miniaturista, en un afán por apresar lo sustancial de las cosas en el desarrollo de su tema predilecto que es la preocupación por el tiempo.
Algunas de sus obras se acercan al ensayo: “La voluntad”, “Castilla”, “Don Juan”, etc.
Valle-Inclán, por su parte, publica las “Sonatas”, de estilo modernista. Posteriormente evoluciona hacia un lenguaje desgarrado en las novelas de la trilogía de “La guerra carlista”. A su etapa final pertenecen “Tirano Banderas”, sobre un supuesto dictador americano, y las novelas de la trilogía “El ruedo ibérico”, de asunto histórico.
C/ LOS NARRADORES DEL NOVECENTISMO
La llamada Generación del 14 fue una nueva promoción de intelectuales liberales que adoptaron una postura comprometida de reforma y transformación de España mediante una visión racional de sus problemas, un concepto elitista del arte y una concepción de la novela como género libre. Los dos novelistas más conocidos son:
Gabriel Miró /1879-1930), que contempla la realidad desde sus impresiones en novelas sin apenas acción, concebidas como una secuencia de escenas descriptivas en las que capta con ritmo lento gran variedad de matices sensoriales. Así sucede en “Nuestro padre San Daniel” y “El obispo leproso”.
Ramón Pérez de Ayala (1880-1962) creó una novela experimental, de ideas, preocupada esencialmente por el tema de la conciencia, con estilo elegante, de léxico rico y seleccionado junto a frases tomadas del habla popular. Él mismo señaló dos épocas en su producción: en la primera destaca “Troteras y danzaderas”, de carácter biográfico; y en la segunda, desarrolla temas universales como el lenguaje, el amor y la sexualidad, o la comunicación, como en “Berlamino y Apolonio.
D/ MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936)
Destaca por su carácter crítico e independiente y sus novelas son proyección de sus inquietudes personales, sobre todo filosóficas. Suprime referencias a la realidad e indaga en las complejidades íntimas. Toda su obra se basa en la preocupación por España, el sentido de la existencia, por el conflicto o “agonía” entre Dios y el hombre.
Son temas que aparecen ya en “Paz en la guerra” y “Amor y pedagogía”, pero es “Niebla” (1914) la que refleja mejor las características de sus “nivolas”, como él las llamaba. El tema de la relación entre el creador y sus criaturas, se manifiesta en el personaje de Augusto Pérez, que llega a rebelarse contra el autor. La confusión entre sueño y realidad, y razón y fe, son temas derivados del principal: la angustia de la existencia humana.
Esta lucha agónica es llevada a sus últimas consecuencias en “San Manuel Bueno, mártir” (1933), que trata sobre un sacerdote que ha perdido la fe. La novela indaga también en el dilema entre la verdad dolorosa y la felicidad ilusoria, en el amor al prójimo y la abnegación como actitud vital. En “Abel Sánchez” aborda el tema de la envidia ciega, y en “La tía Tula” el instinto de maternidad frustrado.
E/ PÍO BAROJA (1872-1956)
Fue el narrador puro de su generación y en sus novelas aflora su pesimismo filosófico y su visión negativa y mordaz de la vida española. Como novelista, creía en la facultad de inventiva y la capacidad para observar la realidad y describirla con detalles significativos, a través de unos personajes que anhelan la aventura y fracasan en sus acciones.
Escribió más de setenta novelas, muchas de ellas agrupadas en trilogías: “Tierra vasca” (“Zalacaín el aventurero” es la más popular); “La vida fantástica” (“Camino de perfección” sobresale entre las otras); “La lucha por la vida” (Destaca “La busca”, como novela de aprendizaje); y “La raza” (“El árbol de la ciencia” es significativa de la crisis de fin de siglo).
Con “Memorias de un hombre de acción” (1935) pretendió narrar la vida española del XIX a través de un aventurero, Eugenio de Aviraneta.
En cuanto al estilo, Baroja desprecia la frase larga y la retórica vacía. Opta por la escritura escueta de frases cortas y párrafos breves. Utiliza un idioma sobrio, claro y directo, sin circunloquios ni elementos superfluos. De esta manera comunica una rapidez y un nervio narrativo únicos en su generación, teñido de un tono agresivo y crispado a veces.
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3. EL TEATRO A PRINCIPIOS DE SIGLO. R. Mª. del VALLE-INCLÁN Y F. GARCÍA LORCA
En los últimos años del XIX varios autores consiguieron elevar el nivel literario del teatro español. Sin embargo, no dejó de ser un teatro comercial adaptado a los gustos de la mayoría del público, por lo que, a pesar de su mérito, no consiguió dejar obras de calidad excepcional. Así lo atestiguan algunas obras de Galdós, Benavente o Joaquín Dicenta (“Juan José”), que trataron de introducir un teatro cercano al del naturalismo europeo.
Así pues, en el primer tercio del siglo XX se consolidan dos tendencias: conservadora, que triunfa entre el público burgués y los empresarios; e innovadora, con nuevas tendencias y enfoques ideológicos, en la que destacan Valle-Inclán entre los del 98 y Lorca entre los del 27.
1. TEATRO CONSERVADOR
1.1. El drama burgués
Lo representa sobre todo Jacinto Benavente, cuya obra “El nido ajeno” es una feroz crítica al lugar ocupado por la mujer de clase media. Indignó a la burguesía y fracasó comercialmente. Entonces Benavente se adaptó con otras comedias de salón menos molestas, como “Los intereses creados”, en la que triunfa el amor sobre el dinero.
1.2. El teatro poético
Escrito en verso, de estética modernista e ideología conservadora, evoca el pasado y sus valores. Destacan Eduardo Marquina con “Las hijas del Cid”, Francisco Villaespesa con “Doña María de Padilla”, o los hermanos Machado, con títulos como “La Lola se va a los puertos”.
1.3. El teatro cómico
Dos géneros menores gustan al público: el sainete y la comedia costumbrista. Se sirven de personajes típicos, lenguaje humorístico y ambientes pintorescos. Destacan Carlos Arniches, que se inició con sainetes del Madrid castizo hasta evolucionar hacia la tragedia grotesca de “La señorita de Trevélez”, caricatura de la hipocresía social; o los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, con sus cuadros de costumbres andaluzas. De más valor es Pedro Muñoz Seca, con la creación del “astracán”, piezas descabelladas que provocan la carcajada por las situaciones disparatadas. Así sucede en “La venganza de don Mendo”, parodia del teatro modernista legendario.
2. TEATRO INNOVADOR
2.1. El teatro de ideas
Como vehículo de exposición y difusión de ideas y valores lo utilizaron dos escritores: M. de Unamuno, que prescindió de la escenografía en favor de un hondo significado moral y se sirve de diálogos densos difíciles de representar, como sucede en “Fedra” y “El otro”; y Jacinto Grau, que restauró la tragedia revisando algunos temas nacionales, como en “El conde Alarcos”. En “El señor de Pigmalión” crea una fábula tragicómica sobre el poder y los peligros de la creación, en la que el “muñeco” creado acaba asesinando a su creador.
2.2. El teatro vanguardista
Hubo también un teatro experimental que sirvió para ensayar nuevas herramientas de representación escénica, pero que constituyó un rotundo fracaso las pocas veces que llegó a las tablas. Son exponentes de esta tendencia Ramón Gómez de la Serna (“Los medios seres”), Azorín (“Old Spain”) o Rafael Alberti (“El hombre deshabitado”). A ellos hay que añadir las dos figuras más destacadas del teatro renovador de la época, que trataremos en particular: Valle-Inclán y Lorca.
Consideración aparte merece el teatro poético de Alejandro Casona, que se dio a conocer con “La sirena varada” y obtuvo un éxito resonante con “Nuestra Natacha”, donde denunciaba la represión en los reformatorios de la época. La obra más celebrada de su exilio es el drama simbólico “La dama del alba”.
Max Aub, por su parte, es autor de una valiosa producción teatral que incluye obras vanguardistas y antirrealistas como “Espejo de avaricia” y una obra centrada en los horrores de todas las guerras, “San Juan”.
RAMÓN Mº. DEL VALLE-INCLÁN (1866-1936)
Su teatro supone un verdadero acto revolucionario, pues persigue una constante ruptura formal y temática. En su obra se distinguen tres etapas:
.Ciclo mítico. Sus primeras obras son modernistas, con las “Comedias bárbaras”, trilogía formada por “Águila de blasón”, “Romance de lobos” y “Cara de plata”, donde se presenta una Galicia mítica habitada por la maldad.
.Ciclo de las farsas. Es el paso al esperpento, donde se unen lo grotesco y lo poético. Destacan la “Farsa infantil de la cabeza del dragón”, sátira del poder, o la “Farsa italiana de la enamorada del rey”, que trata de la distancia entre el poder y el pueblo.
.Ciclo esperpéntico. Es en “Luces de bohemia” (1920), donde utiliza por primera vez el término, deformación grotesca de la realidad caracterizada por: exageración de rasgos que revelan las contradicciones sociales; reflexión mediante el distanciamiento con lo que se ve, lo cual convierte a los personajes en objetos o muñecos; significación crítica y satírica bajo la burla; y utilización de contrastes, animalización o desgarro lingüístico.
Otros tres esperpentos dramáticos se recogen en “Martes de carnaval”: “Los cuernos de don Friolera”, sátira del honor; “Las galas del difunto”, sobre el mito de don Juan; y “La hija del capitán”, donde se parodian las dictaduras militares.
FEDERICO GARCÍA LORCA (1898-1936)
El grueso de su producción fue a partir de los años treinta, cuando funda el teatro universitario “La barraca”. Su teatro es poético, enfrenta instintos individuales y convenciones sociales en un choque de dos principios: libertad y autoridad.
.Las farsas. Son cuatro: dos para guiñoles: “Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita” y “Retablillo de don Cristóbal”; y dos para actores: “La zapatera prodigiosa” y “Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín”, sobre el matrimonio por interés.
.Los dramas vanguardistas. Son simbólicos, surrealistas y difíciles de representar. En “El público” se defiende la homosexualidad, y en “Así que pasen cinco años” se reelabora el tema clásico del “carpe diem” o gozo del presente.
.Las tragedias. Son la cima de su arte, con el protagonismo de la mujer y el tema de la frustración provocada por las convenciones sociales.
En “Bodas de sangre” se enfrentan un matrimonio por interés y una auténtica pasión. En “Yerma” el conflicto reside en la maternidad. “La casa de Bernarda Alba” es la obra maestra, en la que un grupo de mujeres aisladas y sometidas a su madre termina con el suicidio de una de ellas. Es una denuncia de la represión del deseo y de la tiranía.
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4. LA POESÍA EN EL NOVECENTISMO, LAS VANGUARDIAS Y LA GENERACIÓN DEL 27. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
A/ LA POESÍA ENTRE EL MODERNISMO Y LAS VANGUARDIAS
Hacia 1914 se suele dar por concluido el Modernismo, aunque es un cambio progresivo en el que algunos poetas postmodernistas van acentuando el componente intelectual. Así, T. Morales o J. Moreno Villa. En los años 20 hay que destacar a León Felipe, ajeno al 27, autor de “Versos y oraciones de caminante” (1920). Pero, sin duda, el esfuerzo de renovación más importante de esta época en adelante será el de J. R. Jiménez (a quien estudiaremos al final del tema).
B/ LA POESÍA DE LAS VANGUARDIAS EN ESPAÑA
Las vanguardias son un conjunto de movimientos artísticos y culturales que se dan y se suceden en Europa en el período de entreguerras, y que rompen con la ideología y la estética anteriores. En España el impulsor fue Ramón Gómez de la Serna, además de revistas y tertulias que las fomentaron, como “La revista de Occidente”. Es un momento de encuentro con Europa.
Ahora los intelectuales y artistas rompen con una realidad que no encuentra soluciones para los problemas del hombre y buscan, a través de grupos y manifiestos, nuevos marcos que corten con el pasado artístico. Se suceden rápidamente los llamados “ismos” en Europa, que dan prioridad a la originalidad y la innovación, llegando a lo irracional, rompiendo la sintaxis y abarcando nuevos campos como el tema de la técnica, los caligramas en la forma expresiva, o el subconsciente como exploración.
En España hubo dos momentos (deshumanización y rehumanización) y varias etapas:
.De 1908-1918: Primeras manifestaciones de la mano de Gómez de la Serna.
.De 1918 a 1925: Ultraísmo y Creacionismo
.De 1925 a 1930: Surrealismo y rehumanización del arte
.De 1930-1936: Decae el vanguardismo por las urgencias políticas y sociales
Los movimientos que más influyeron en nuestro país fueron:
.Futurismo: De escasa penetración, exalta el progreso y la técnica, como es patente en algunos poemas de Salinas y Alberti.
.Ultraísmo: Combina elementos futuristas y cubistas en nuevos temas (deporte, coches). Lo impulsó Guillermo de Torre.
.Creacionismo: Autonomía plena del poema. Destacan Vicente Huidobro y Gerardo Diego.
.Surrealismo: Fue el más influyente. Cala de lleno en el 27, al poco tiempo de aparecer en Francia. Lo difunde Juan Larrea. Se sirve de la metáfora como imagen de liberación y destacan obras como “Poeta en nueva York”, de Lorca, “Sobre los ángeles”, de Alberti, o “Sombra del paraíso de Aleixandre”.
C/ LA GENERACIÓN DEL 27
El origen del grupo se sitúa en el Ateneo de Sevilla, en un acto de homenaje a Góngora en 1927, pues los asistentes compartían relaciones personales, participaban en los mismos actos colectivos y tenían una formación académica semejante. Sus guías fueron Ortega y Gasset, Gómez de la Serna y J. R. Jiménez.
Pertenecen a este grupo los siguientes escritores: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.
Sus temas son los propios de la lírica pero tratados de forma vanguardista: la ciudad es símbolo problemático del universo; la naturaleza desaparece como paisaje pero se hace simbólica y evocadora; el amor se enfoca como una tensión enriquecedora que ordena el caos; la tradición popular se recupera y se recrea; el compromiso se amplía a todos los órdenes de la vida.
Son características formales de su poesía: la renovación estética combinando las innovaciones vanguardistas con la tradición; cuidado de la forma con léxico culto y términos extraños hasta entonces; la metáfora y las imágenes visionarias son instrumentos principales en el juego poético; en la métrica también mezclan el verso libre con el soneto y otras estrofas tradicionales. En suma, evolucionan de una poesía intelectual, pura, fría, a otra más preocupada por el dolor, el compromiso o los recuerdos.
D/ JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (1881-1958)
Su vida y su obra están marcadas por una dedicación obsesiva y perfeccionista al culto de la belleza. De carácter hipersensible y depresivo, se relacionó con la Institución Libre de Enseñanza, vivió en la Residencia de Estudiantes y se casó con la traductora Zenobia Camprubí, mujer decisiva en la trayectoria de Juan Ramón. Llevó una vida social apartada y se exilió después de la guerra. En 1956 le concedieron el Premio Nobel.
Su obra comprende un número abrumador de libros publicados, pues el poeta la consideraba una sucesión, “una obra en marcha”. Esto le llevó a realizar varias antologías: “Poesías escojidas” (1917), la importantísima “Segunda antolojía poética” (1922) y “Tercera antolojía poética” (1957). Estas son un pequeño reflejo de la Obra Total. La segunda antolojía, por ejemplo, contenía 522 poemas. A su muerte ya tenía una nueva revisión que se publicaría en los años 70 con el título de “Leyenda”.
La poesía en verso permite conocer su evolución estética. El propio poeta parece que establecía en sus últimos años tres etapas en su producción: épocas sensitiva, intelectual y verdadera o suficiente.
La primera etapa llega hasta 1915, con libros como “Ninfeas” y “Almas de violetas”, de tono neorromántico y decadente. “Arias tristes” y “Jardines lejanos”, son intimistas y simbolistas. “Estío” es ya claro exponente del cambio, estamos ante una poesía conceptual y formalmente más sencilla.
La segunda se inicia con un libro capital en la lírica contemporánea, “Diario de un poeta recién casado” (1917), libro abierto a las innovaciones vanguardistas. “Eternidades” y “Piedra y cielo” prosiguen el proceso de intelectualización y abstracción. “La estación total” da entrada progresiva a una mayor carga metafísica.
La última época comprende sus años de exilio. Las obras de este período, como “Dios deseado y deseante”, o “En el otro costado”, prolongan y acentúan el carácter metafísico.
En cuanto a la prosa lírica, es conocidísimo su libro “Platero y yo”, de 1914, en el cual se muestra su anhelo de gozosa armonía con la naturaleza.
A partir de 1920 comenzó a publicar “Españoles de tres mundos”, colección de caricaturas líricas donde retrata a los intelectuales contemporáneos. Finalmente, son muy numerosos sus textos críticos y teóricos para conocer su evolución poética.
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5. LA POESÍA DE 1939 A 1975. CLAUDIO RODRÍGUEZ
A/ LA ÉPOCA DE POSGUERRA. LOS CUARENTA
En esta época nos encontramos con poetas más o menos coetáneos de Miguel Hernández y que se suelen llamar Generación del 36. Algunos marcharon al exilio y los que permanecieron en España se orientaron por diversos caminos:
. Poesía arraigada:
Adeptos al régimen franquista y agrupados en torno a la revista “Garcilaso”, cultivan una poesía optimista al margen de la dura realidad del país y adoptan una actitud evasiva a través de lo estético. Abundan los temas tradicionales (amor, paisaje, etc.) junto con el tema recurrente de la religión. Utilizan formas métricas clásicas como el soneto, el romance, la décima, etc.
Son representativos Luis Rosales, Dionisio Ridruejo, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, José García Nieto, Rafael Morales…
. Poesía desarraigada:
Otros poetas expresan su disconformidad con la realidad. Esta corriente se suele situar a partir del año 1944, cuando Dámaso Alonso publica “Hijos de la ira” y Vicente Aleixandre “Sombra del paraíso”. Al mismo tiempo aparece en León la revista “Espadaña”, fundada por Victoriano Crémer y Eugenio de Nora.
La temática fundamental de este grupo será el hombre enfrentado a un mundo hostil e incomprensible, sumido en la angustia vital. El tema religioso también estará presente, pero presentado desde la desesperanza y la imprecación a Dios y al dolor humano. El estilo será más directo y sencillo, menos estético, con un tono patético e incluso tremendista.
Son los poetas V. Crémer, E. de Nora, Carlos Bousoño, José Luis Hidalgo, etc., junto con los primero libro de Gabriel Celaya, Blas de Otero y José Hierro.
. Otras tendencias:
De menor repercusión, será el Postismo, fundado por Carlos Edmundo de Ory, que enlaza con la vanguardia y pretende la libertad expresiva, la imaginación y lo lúdico. Caso especial es Miguel Labordeta, que cultiva una poesía rebelde cercana al surrealismo.
Mención especial es el grupo cordobés reunido en torno a la revista “Cántico”. Entronca en sus gustos estéticos con la Generación del 27 y practica una poesía intimista de gran rigor estético. Aquí destacan Ricardo Molina y Pablo García Baena.
B/ LA POESÍA SOCIAL DE LOS CINCUENTA
Hacia 1955 se consolida el llamado “Realismo social”, también en poesía. De esta fecha son “Pido la paz y la palabra”, de Blas de Otero, y “Cantos iberos”, de Gabriel Celaya. Estos poetas dejan la angustia existencial y sitúan los problemas en el marco social. La poesía, para Celaya, será un “instrumento para cambiar el mundo”. En cuanto a la temática, destaca el tema recurrente de España, la injusticia social, el mundo del trabajo y el anhelo de libertad.
Los poetas se dirigen a “la inmensa mayoría”. Por eso el estilo se vuelve más sencillo, el lenguaje claro e intencionadamente prosaico, en un tono coloquial; interesa más el contenido que los valores estéticos. Junto a Celaya y Otero, destacan José Hierro, Eugenio de Nora y Victoriano Crémer.
C/ LA NUEVA POÉTICA DE LOS AÑOS SESENTA.
El cansancio de la poesía social lleva al rechazo de la poesía realista, sin abandonar las inquietudes sociales. Entonces irrumpe un grupo con criterio renovador y voluntad de recuperar el lenguaje poético. Estos poetas son Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, Francisco Brines, Carlos Barral…
Poetizan la experiencia personal en temas que vuelven a lo íntimo: el fluir del tiempo, la evocación de la infancia, el amor y el erotismo, la amistad y lo cotidiano… Mantienen la preocupación por la situación española, pero presentada con actitud distanciada, irónica o escéptica. Muestran su inconformismo pero no aspiran a cambiar nada.
En su estilo hay un voluntario alejamiento de los medios expresivos anteriores. Se rechaza el patetismo de la poesía desarraigada y el prosaísmo de los poetas sociales. Aunque se mantienen fieles a un lenguaje antirretórico, buscan un lenguaje personal de gran rigor y cuidado en la construcción del poema. Su tono es cordial y cálido, aunque frecuentemente emplean la ironía que muestra su escepticismo. El cuanto a la métrica, predomina el verso libre.
D/ CLAUDIO RODRÍGUEZ
El zamorano Claudio Rodríguez (1934-1999), pese a ser escritor de una obra no muy extensa, fue un poeta extraordinariamente precoz que ganó con su primer libro el premio Adonais cuando aún no había cumplido los veinte años. Después, fue elaborando a lo largo de su obra poética una minuciosa teoría del conocimiento del mundo. Con variaciones de tono, lenguaje y técnica, cantó y celebró la realidad envolvente de los objetos sencillos y el vivir mismo, hecho concreto en la anécdota cotidiana.
En “Don de la ebriedad” (1953) se celebra la capacidad de nombrar (mediante el don de la poesía) una naturaleza que se experimenta como unidad armónica, en un estado de entusiasmo pleno (de ebriedad). En efecto, se trata de una poesía en la que lo fundamental es el fervor lírico ante la vivencia inmediata y el contacto del poeta con la tierra y el mundo campesino. Este estado de éxtasis vital, que lo aproxima a la literatura mística, se expresa con gran musicalidad en endecasílabos asonantados que alternan con versos blancos.
“Conjuros” (1958) representa la superación de la embriaguez primera, a la que sucede la contemplación de la forma de la materia (una pared, una viga…), en la que los objetos inmediatos adquieren una significación figurada, simbólica.
Pero el poeta descubre que las fuerzas que lo alían a la vida van indefectiblemente unidas a fuerzas destructoras, descubrimiento que se expresa en “Alianza y condena” (1965).
En sus dos últimos libros, la poesía, siendo todavía una indagación cognoscitiva, se transforma en ámbito de celebración vitalista de la realidad. En “El vuelo de la celebración” (1976) persiste la dualidad de lo existente, pero ahora se celebra tanto el conocimiento como el remordimiento, porque ambos son caminos de mejora.
La asunción jubilosa de la vida —con sus zonas de sombra— continúa en “Casi una leyenda” (1991), aunque un barniz de melancólica resignación ante lo incognoscible de la verdad cubre todo el libro.
Claudio Rodríguez dejó a su muerte un poemario inédito, cuyo título, “Aventura” recuerda unas palabras suyas: “La poesía es aventura —cultura—. Aventura o leyenda, como la vida misma”.
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6. LA NOVELA DE 1939 A 1975. CAMILO JOSÉ CELA, MIGUEL DELIBES
A/ LOS NOVELISTAS EXILIADOS
Muchos escritores en activo durante la República tuvieron que abandonar España tras la Guerra Civil. Algunos eran autores consagrados y otros apenas habían iniciado su carrera literaria. Entre los primeros sobresalen Max Aub (“El laberinto mágico”), Francisco Ayala (“Muertes de perro”), Rosa Chacel “Memorias de Leticia Valle”) o Ramón J. Sender (“Réquiem por un campesino español”); entre los que comienzan a escribir fuera de su tierra destaca Arturo Barea (“La forja de un rebelde”).
B/ LA NOVELA DE LOS AÑOS 40
En los primeros años de la posguerra la vida literaria quedó reducida a la propaganda de los escritores del nuevo régimen, como Agustín de Foxá o Rafael García Serrano, que adoptaron una perspectiva triunfalista sujeta al patrón del realismo decimonónico.
La represión, el hambre, la pobreza y el miedo de una sociedad vigilada por la censura del nacionalcatolicismo, encontraron un testimonio en dos novelas: “La familia de Pascual Duarte”, de Cela, y “Nada” (1945), de Carmen Laforet.
Los tres novelistas más significativos del periodo son Torrente Ballester, Cela y Delibes (de estos dos últimos nos ocuparemos al final de este tema).
Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) alcanzó al gran público con la serie televisiva inspirada en su trilogía “Los gozos y las sombras”, aunque su obra maestra sería “La saga/fuga de J.B”, que es al mismo tiempo novela fantástica, sátira, parodia y experimento literario. En sus últimos años escribió una literatura más convencional, como “Filomeno a mi pesar”, o “Crónica del rey pasmado”.
C/ LA NOVELA SOCIAL DEL MEDIO SIGLO
Alrededor de 1950, la inmigración del campo a la ciudad y la consolidación de una clase media burguesa, originaron los primeros conflictos de clase y el nacimiento de una mala conciencia entre universitarios acomodados, que se expresó en forma de solidaridad con los desfavorecidos y, en lo literario, en una narrativa de compromiso social que adoptó dos formas: el neorrealismo y el realismo crítico.
El primero dio testimonio solidario con toda forma de alienación o sufrimiento humanos. Importa lo que se dice y no cómo se dice, mediante una prosa sencilla con predominio del diálogo. La representan Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Rafael Sánchez Ferlosio, Ana María Matute, etc.
El segundo movimiento tiene intencionalidad política y convierte a la novela en un documento acusatorio. Emplea técnicas objetivistas, utiliza tipos sociales (el campesino, el minero…) y suele ser muy maniquea. Destacan Juan Goytisolo, Armando López Salinas, Jesús López Pacheco, Alfonso Grosso, etc.
Con el tiempo, todos estos escritores pasaron de practicar un realismo testimonial a cultivar una novela antirrealista en sus muy diferentes variantes: la fantasía (Martín Gaite), el juego vanguardista con el lenguaje y las estructuras (Fernández Santos) o la invención de mundos fabulosos (Sánchez Ferlosio, Ana María Matute).
D/ LA NOVELA EXPERIMENTAL DE LOS SESENTA
En 1962 se publicaron dos novelas revolucionarias: “Tiempo de silencio”, de L. Martín Santos, y “La ciudad y los perros”, de M. Vargas Llosa. Eran el síntoma del agotamiento del realismo social y la señal de alerta para la indagación de nuevas formas y técnicas narrativas y el regreso de una imaginación vigorosa y libre.
La novela de los sesenta rechazó el realismo testimonial por ser políticamente ingenuo (los problemas no se resolvían por reflejarlos en novelas), y por estéticamente fraudulento (la revolución del escritor es la revolución en la escritura).
A partir del 62, la experimentación estructural y lingüística se compagina con el compromiso cívico o la crítica social, como ejemplifican Martín Santos (“Tiempo de silencio”), Juan Goytisolo (“Señas de identidad”, “Reivindicación del conde don Julián”), o Juan Benet (“Volverás a Región”, “Herrumbrosas lanzas”).
A continuación trataremos con algún detenimiento a dos de los más grandes novelistas españoles, que ocuparon con su obra prácticamente todo el periodo estudiado.
E/ CAMILO JOSÉ CELA, EL NOVELISTA CAMALEÓNICO
C. J. Cela (1916-2002), reconocido con el Nobel en 1989, toca todas las corrientes de posguerra, y es innovador y fiel a unos temas: violencia, sexo, anormalidad, fruto de una visión pesimista y casi esperpéntica.
Arrancó con “La familia de Pascual Duarte” (1942), biografía criminal que inauguró el “tremendismo”, y concluyó la década con el “Viaje a la Alcarria” (1948), que lo acredita como pintor magistral de tipos y ambientes.
En 1951 publica su obra maestra “La colmena”, un libro de denuncia social en el que se entrecruzan múltiples historias con técnica objetivista. Luego se aleja de lo social y se acerca al relato intimista e incluso a lo experimental en “La catira” (1955).
Tras un largo paréntesis, reaparecerá con “San Camilo 1936”, denso monólogo experimental de personaje colectivo, tan desolado y pesimista como su siguiente novela, “Oficio de tinieblas 5” (1973), su libro más subversivo en el plano formal.
En su etapa última, alterna el tema de su tierra con la audacia formal, en “Mazurca para dos muertos” (1983) o en novelas desiguales como “Cristo versus Arizona”, para rematar con “Madera de boj” (1999), plena demostración de la calidad poética de su prosa.
F/ MIGUEL DELIBES O LA NOVELA DE CASTILLA
M. Delibes (1920-2010), desde su primer libro, “La sombra del ciprés es alargada” 1947), se caracteriza por una obra de gran coherencia en defensa del hombre y la naturaleza, contra el dogmatismo, la explotación, la opresión y el desarraigo.
Sus temas constantes son el enfrentamiento rural/urbano, la infancia, la muerte y la alienación; y a partir de “El camino” (1950) su estilo se hizo sencillo, preciso y de sintaxis escueta y gran riqueza léxica.
Delibes define la novela como “un hombre, una pasión, un paisaje”, y así lo ejemplifica en la trilogía del campo (“El camino”, “Las ratas” y “Los santos inocentes”), o en la de la ciudad (“Mi idolatrado hijo Sisí”, “La hoja roja”, y “El príncipe destronado”).
Con la renovación formal de los sesenta, Delibes explora nuevos caminos sin mermar su contenido crítico, en “Cinco horas con Mario” (1966), y en 1969 sorprendió con “Parábola de un náufrago”, novela alegórica de carácter experimental.
Finalmente, en dos de sus extensas novelas finales, Delibes demostró una gran amplitud de registros: “Madera de héroe” 91989) y “El hereje” (1998).
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7. EL TEATRO DE 1939 A 1975. ANTONIO BUERO VALLEJO
A/ EL TEATRO EN LOS AÑOS 40
Condicionado por el franquismo y su ideología, el teatro comercial presenta obras que falsifican la realidad y formalmente muy convencionales.
Desde el punto de vista de la representación son varias las corrientes:
.Teatro cómico heredero del sainete y de la astracanada, con tópicos y chistes lingüísticos.
.Teatro histórico-político, que olvidaba la realidad inmediata y evocaba el pasado imperial español.
Desde el punto de vista de la creación dramática, dos líneas sobresalen:
.El drama burgués o alta comedia, continuación de la comedia benaventina, que defiende valores conservadores y gozó de grandes éxitos en la época. Sus autores fueron Calvo-Sotelo, López Rubio, Edgar Neville o el propio Benavente.
.El teatro de humor, que fue lo más interesante del periodo, con dos autores interesantísimos: Enrique Jardiel Poncela, que intentará una comicidad nueva rompiendo con el humor tradicional y empleando con mucha libertad la técnica y el espacio escénicos, en obras como “Eloísa está debajo de un almendro”; y Miguel Mihura, con “Tres sombreros de copa”, que suponía un humor cercano al absurdo muy novedoso y tardó veinte años en representarla, por lo cual se dedicó a escribir teatro más comercial como “Maribel y la extraña familia”.
B/ EL TEATRO REALISTA DE PROTESTA Y DENUNCIA EN LOS AÑOS 50
Dadas las circunstancias de la época los autores se ven ante dos opciones:
.El posibilismo, propuesto por Buero Vallejo, mediante la crítica indirecta para superar la censura; y el imposibilismo, defendido por Alfonso Sastre, que elige escribir con libertad a sabiendas de que las obras serán censuradas.
Los temas abordan problemas de desigualdad social y falta de humanidad, a través de obreros y personajes humildes. Muchas piezas no llegaron a representarse (teatro soterrado) y sus autores tuvieron que cambiar sus conceptos o silenciarse. La técnica predominante es un realismo que imita espacios, rasgos y lenguajes populares.
Los autores y obras principales fueron Alfonso Sastre, que emplea formas y temas diversos, como la denuncia de la censura en “La mordaza” o el rechazo al militarismo en “Escuadra hacia la muerte”; Lauro Olmo, con “La camisa”, drama proletario con elementos de sainete; o José Martín Recuerda, con “Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca”, etc.
C/ NUEVAS FORMAS DE EXPRESIÓN DRAMÁTICA EN LOS AÑOS 60
Se produce un mayor alejamiento del teatro comercial y la busca de nuevas formas y técnicas, de manera que los autores renovadores del periodo se enfrentaron a los mismos obstáculos que los anteriores, sus obras continuaron siendo muy críticas y sus novedades estéticas no fueron bien recibidas por público y crítica muy conservadores.
También su producción supuso un teatro soterrado o subterráneo, y sus principales representantes fueron: Francisco Nieva, creador del llamado “teatro furioso”, lleno de símbolos y elementos oníricos, como en “La carroza de plomo candente”; y Fernando Arrabal, de mucho éxito en el exilio francés y creador del “teatro pánico”, de tono provocador y rebelde, con elementos de la vanguardia y del absurdo. Solo a partir del 77 se conocieron títulos como “Pic-Nic”, “Fando y Lis” o “El cementerio de automóviles”.
Ya a finales de la década surgieron los grupos de teatro independiente, colectivos renovadores al margen del circuito oficial. Los más conocidos fueron Els Joglars, Tábano, Los Goliardos y el Teatro Experimental Independiente (TEI). Características suyas son:
.Creación colectiva de la obra sin un texto escrito previo, donde todo el grupo aporta ideas y la improvisación es decisiva.
.Escasa importancia del texto, al contrario que en el teatro convencional, porque importa el espectáculo: expresión corporal, maquillajes, danza, mimo, música, etc., inspirados en técnicas de cabaret, revista de variedades o circo.
.Enfoque crítico más allá de la denuncia, mediante la burla, el humor o la caricatura.
.Ruptura de convenciones escénicas, como la disposición del teatro en el centro del patio de butacas o la actuación desde una butaca o la invitación a un espectador a participar.
D/ ANTONIO BUERO VALLEJO
Antonio Buero Vallejo (1916-2000) estudió Bellas Artes y luchó en las filas republicanas. Al acabar la guerra fue encarcelado y condenado a muerte pero le conmutaron la pena. Fue académico y Premio Cervantes.
Su obra puede clasificarse genéricamente en tres etapas: existencial, desde 1949, con piezas entre realistas y neosimbolistas; social, a partir de 1958, con innovaciones técnicas de diverso calado; y su teatro último, desde los 70, con un mayor propósito experimental.
En 1949 estrena “Historia de una escalera”, que abrirá nuevos caminos. Su teatro es un compromiso con los temas humanos universales de tipo existencial o social. Algunas de las características de este teatro son:
. Su género preferido es la tragedia para producir la catarsis del espectador; por lo tanto es un teatro problemático que presenta problemas y no ofrece soluciones sino interrogantes que cada individuo deberá resolver para actuar en consecuencia.
. El diálogo ocupa un lugar central, y el lenguaje de los protagonistas se caracteriza por su densidad, hondura y precisión.
. Como espectáculo también tiene mucha importancia. El espacio escénico es minucioso porque todo tiene un significado concreto. En “El tragaluz” se dan varios espacios simultáneos. El gesto y movimiento de actores responde a motivaciones internas. Música y luz no son gratuitos: son elementos del significado global. Las acotaciones suelen ser muy minuciosas.
. En relación con la técnica destacan los llamados “efectos de inmersión”: se trata de hacer partícipe al espectador. Así, si los personajes son ciegos (como en “La ardiente oscuridad”), o sordos (como Goya en “El sueño de la razón”), el escenario se oscurece o no se oye hablar a los actores, para que el espectador experimente dichas limitaciones.
Entre sus obras destacan los dramas históricos, como “Un soñador para un pueblo” (1958), que sirven como modelo de hechos actuales, o “Las Meninas”, sobre Velázquez. También son frecuentes los dramas de personajes con problemas físicos, que simbolizan limitaciones humanas para enfrentarse con la realidad. “El concierto de San Ovidio” (1962), “La Fundación” (1974); o “La tejedora de sueños”, de corte simbólico, son algunos de estos dramas.
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8. LA POESÍA DESDE LOS “NOVÍSIMOS” A LA ACTUALIDAD
A/ LOS NOVÍSIMOS Y LAS NUEVAS CORRIENTES POÉTICAS
En 1970 el crítico José Mª. Castellet publicó una polémica antología, que suponía un gran cambio respecto a lo anterior: “Nueve novísimos poetas españoles”. Algunos de estos poetas eran Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, Pere Gimferrer, Leopoldo María Panero, etc. He aquí sus características:
.El poeta novísimo se consideraba perteneciente a la aristocracia intelectual y pretendía apartarse de la realidad inmediata. Defendía la autonomía y la calidad artísticas.
.El cambio en cuanto a la temática comenzaba por la mitificación de la cultura de los medios de masas, la tendencia a la evasión, la recreación del pasado o la ambientación en lugares exóticos, lo que dio lugar al sobrenombre de “venecianismo”.
.Sus influencias poéticas son variadas. Eliot, Cavafis o los surrealistas, entre la poesía extranjera; o Cernuda, Aleixandre, Gil de Biedma, Octavio Paz o César Vallejo, en habla española.
.Formalmente, se vuelve a los experimentos de vanguardia, escritura automática, “collages”, léxico culto, referencias culturalistas, monólogo dramático, etc.
B/ LA POESÍA EN LA TRANSICIÓN: CRUCE DE GENERACIONES
Son años en que conviven poetas de diferentes edades y tendencias, incluidos algunos de la Generación del 27 que siguen vivos; además de que poetas de los sesenta como Gil de Biedma y Ángel González publicarán libros importantes por su influjo en los jóvenes.
Desde 1975 se advierten cambios en los propios “Novísimos”, como un freno en el exceso culturalista y un cultivo de una poesía más personal e intimista. Esto hace que se ramifiquen en varias corrientes:
.Culturalista. El poema se centra en un dato, suceso o personaje, y se construye sobre él.
.Clasicista. Inspirada en formas métricas y estilo renacentista o barroco, o modernista, adaptándolos a la actualidad.
.Experimental. Profundiza en las vanguardias con poesías visuales o “collages”, y recurriendo a la “metapoesía”, que indaga sobre ella misma.
C/ NUEVAS TENDENCIAS DE LOS OCHENTA Y LOS NOVENTA
En pocos años, las estéticas derivadas de los Novísimos proponen una recuperación de una poesía realista, que comunique con el lector utilizando diversos tonos y recursos. Es la llamada “Poesía de la experiencia”, aunque aquí cabrían propuestas diferentes. Los principales autores son Luis García Montero y Felipe Benítez Reyes. Y otros serían Javier Egea, Benjamín Prado, etc.
Sus características generales son:
. Temas comunes a la experiencia del poeta y el lector, muchas veces sobre motivos banales: asuntos urbanos o sentimentales; pero también de compromiso con lo social.
. La forma es importantísima. Se advierte el influjo de los sesenta, partiendo de que el poema y el sujeto poético son ficciones. El lenguaje es conversacional, son frecuentes elementos de la cultura popular y los marcos espaciales y temporales son reconocibles.
Dentro de estos rasgos genéricos, se producen manifestaciones distintas:
. Poesía realista inspirada en Machado, con formas tradicionales y tonos sentimentales o nostálgicos, como la poesía de Andrés Trapiello.
. Poesía figurativa de argumento casi narrativo con ironía y humor. Así, en Luis Alberto de Cuenca, Jon Juaristi y Carlos Marzal. Un caso especial es Luis Antonio de Villena, que gira del culturalismo extremo a lo autobiográfico más oscuro.
. Poesía elegíaca, de raíz romántica, en la que el paso del tiempo y la nostalgia son los temas fundamentales. Son poetas como Juan Luis Panero y Eloy Sánchez Rosillo.
Sin embargo, en esos años, no todo es poesía de la experiencia. Con menos éxito y difusión, continúa habiendo otras variadas formas de entender el género lírico:
. Neorromanticismo propio de los ochenta, en Alejandro Duque y Abelardo Linares
. Neosurrealismo de poetas como Blanca Andreu, Amalia Iglesias o Miguel Velasco, inspirado en el 27 (Cernuda, Aleixandre, Lorca) y basado en la asociación insólita e irracional y en un lenguaje oscuro que busca, no la comprensión, sino la sugerencia.
. Poesía trascendente, apoyada en el valor simbólico del lenguaje para transportarnos a una segunda realidad, que apela al misterio de las cosas que nos rodean (José Luis Puerto o Vicente Valero); o a la memoria colectiva, como Julio Llamazares, Juan Carlos Mestre o Julio Martínez Mesanza.
. Poesía metafísica de reflexión filosófica y religiosa, como en Olvido García Valdés o Miguel Casado.
. Neopurismo, con dos tendencias: objetivismo, que enlaza con Guillén y Valente, caracterizado por el control frío de la emoción, en Andrés Sánchez Robayna y Julia Castillo; y poesía del silencio, difícil de entender porque reduce el lenguaje a lo imprescindible, en Álvaro Valverde o Amparo Amorós.
. Poesía clasicista, de gran perfeccin formal y estrofas clásicas, como sucede con Antonio Carvajal, Fernando de Villena o Francisco Castaño.
. Por fin, sobresalen también importantes voces líricas femeninas: el refinamiento expresivo de Juana Castro, la desinhibición erótica de Ana Rossetti, el amor juvenil en Almudena Guzmán, la dicción superrealista en Blanca Andreu, etc.
D/ LOS ÚLTIMOS AÑOS Y EL PASO AL SIGLO XXI
Es difícil establecer las tendencias de la poesía desde los inicios del siglo XXI. Podemos encontrar representantes de las poéticas más variadas y dispares. La proliferación de antologías que intentan ordenarlas y clasificarlas no hace muchas veces sino aumentar la confusión. En general, continúan algunas de las tendencias descritas antes.
Fenómeno de ultimísima hora lo constituye la “Generación tuit” o de poetas nativos digitales. Se trata de una generación de poetas “pop” tardoadolescentes que han creado, crecido y divulgado su obra en la calle misma y a través de las redes.
El fenómeno de la poesía “pop” ha roto el silencio de un gremio habitualmente inmutable y lo que se ha puesto en evidencia es la fragilidad de los filtros y las carencias institucionales.
Defreds, Marwan, Irene X, Berta García o Loreto Sesma, son algunos de los nuevos nombres que han revolucionado el panorama poético. Todos ellos han alcanzado lo impensable hace años: unas cifras de ventas bastante elevadas.
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9. LA NOVELA DESDE LA DÉCADA DE LOS SETENTA A LA ACTUALIDAD. EDUARDO MENDOZA.
A/ LA NOVELA EN LOS AÑOS DE LA TRANSICIÓN
Por estos años la novela se convierte en el género estrella por número de lectores, calidad y ventas, pero también el lado mercantil de la literatura condicionará demasiado.
Esta llamada Generación del 68 se inició dentro de la corriente experimental pero pronto evolucionó hacia formas más tradicionales del relato.
Continúan experimentando Juan Goytisolo y Juan García Hortelano, y alguno más joven como Julián Ríos, autor de “Larva”. En la denominada “metanovela” trabajan escritores como Luis Goytisolo (“Antagonía”) o nuevos como Álvaro Pombo.
Sin embargo, pronto se regresa a una novela más amena que cuenta una historia atractiva para el lector, con “La verdad sobre el caso Savolta”, de Mendoza (de quien hablaremos más adelante con detenimiento).
La vuelta a la narratividad tiene algunas características comunes, a pesar de la multiplicidad de autores, temas y estilos:
.La trama argumental debe despertar el interés y mantener la atención mediante recursos de intriga o suspense, y los hechos deben ser realistas y desarrollados en la ciudad actual; se utilizan estructuras procedentes de otros géneros, se debe concluir en relatos cerrados y deben predominar los diálogos.
.La novela se desvincula de lo social y político, y los problemas humanos se tratan desde su individualidad formando parte de temas de moda.
.Son también autores representativos: Manuel Vázquez Montalbán, creador del detective Pepe Carvalho en “Los mares del sur”, o de novelas históricas como “Galíndez”; y José María Guelbenzu, que experimenta con “El mercurio” y vuelve a lo tradicional en “El río de la luna”.
B/ TENDENCIAS NARRATIVAS DE LOS AÑOS OCHENTA Y NOVENTA
En 1981 apareció “Bélver Yin”, de Jesús Ferrero, que marca el inicio de la novela de la democracia y dio la pauta a las novelas de este período, caracterizadas por la importancia del argumento, por la amplitud y variedad temáticas, y los aspectos comerciales.
Las principales tendencias surgidas en estos años son las siguientes:
.Narraciones que exploran la relación entre ficción y realidad, que permiten confundir al narrador o personaje con el autor. Es el caso de Enrique Vila-Matas, con “Bartleby y compañía” (2000), Luis Landero o Javier Marías.
.Éxito del género histórico, como las novelas de Terenci Moix ambientadas en Egipto (“No digas que fue un sueño”), o las situadas en la guerra civil: Julio Llamazares con “Luna de lobos” (1985) o Félix de Azúa con “Cambio de bandera” (1991).
.Continuidad del género policíaco, en autores como Antonio Muñoz Molina, “Beltenebros” (1989), o Rafael Chirbes, “Mimoun” (1988), si bien la estructura policíaca está muy presente en novelas con otra intención.
.La novela testimonial, con base autobiográfica en A. Muñoz Molina (“El jinete polaco”, 1991), o “Tranvía a la Malvarrosa” (1994), de Manuel Vicent.
.La novela erótica, de gran auge tras “Las edades de Lulú” (1989), de Almudena Grandes, y presente en las novelas de Eduardo Mendicutti.
C/ LOS ÚLTIMOS AÑOS
En los inicios del siglo XXI no hay grandes cambios: se trata de dar gusto al lector con gran variedad de temas, y mezcla de géneros que la hacen difícil de clasificar.
Son tendencias recientes la novela de ambientación histórica (Pérez-Reverte, Matilde Asensi); sobre República, guerra y franquismo (toda una serie de Almudena Grandes); sobre intriga policiaca (Lorenzo Silva, Carlos Ruiz Zafón); sobre metanovela (E. Vila-Matas o Luis Magrinyà); novela lírica o intimista (Juan José Millas o Gustavo Martín Garzo); diarios, memorias y testimonios (Rosa Montero o Andrés Trapiello).
De gran interés y muy cultivado hasta hoy mismo ha sido el llamado “realismo abierto”, que mezcla lo inventado con la vida del autor, y que fue iniciado con “Soldados de Salamina” (2001), de Javier Cercas.
D/ EDUARDO MENDOZA
Eduardo Mendoza Garriga (Barcelona, 1943), abogado y traductor de profesión, comenzó con gran éxito a mediados de los 70, éxito que no le ha abandonado hasta hoy mismo. De estilo sencillo y directo, tendente al lenguaje popular, gusta de personajes marginales que miran la sociedad con extrañeza y ambienta sus obras en su ciudad natal. Ha cultivado dos líneas paralelas y diferentes en su narrativa: una seria y otra burlesca.
Se estrenó en 1975 con “La verdad sobre el caso Savolta”, que es considerada por la crítica como precursora del cambio en la transición democrática y como superación del realismo social por su vuelta a las historias de argumento que placen al lector.
En 1979 publicó “El misterio de la cripta embrujada”, inaugurando una serie paródica de cinco novelas hasta hoy, protagonizadas por un detective de nombre desconocido y salido de un manicomio, de gran éxito entre sus lectores. Otros títulos de dicha serie son “El laberinto de las aceitunas”, o la última, “El secreto de la modelo extraviada”.
En los ochenta publica dos de sus mejores novelas. En 1986, “La ciudad de los prodigios”, considerada su obra maestra y ambientada en la Barcelona social y urbana entre las dos exposiciones universales de 1888 y 1929. Sin embargo, en “La isla inaudita”, trasladará la acción principal a Venecia.
También ha publicado en dos ocasiones, para el diario El País, dos novelas por entregas que luego se publicaron como libro: “Sin noticias de Gurb” (1991), cuyo protagonista es una extraterrestre que aterriza en Barcelona, y “El último trayecto de Horacio dos” (2002), diario sarcástico de un viaje al espacio.
Ya en los noventa, publicó dos novelas serias ambientadas en la posguerra española: “El año del diluvio” (1992), cuya acción transcurre en un pueblo catalán regido por un cacique franquista, y “Una comedia ligera” (1996), sobre un escritor mediocre que vive los sobresaltos de su entrada en la edad otoñal.
Avanzada la primera década del nuevo milenio, siguió cosechando éxitos con “El asombroso viaje de Pomponio Flato” (2008), curiosa novela policiaca ambientada en tiempo de Jesús de Nazaret, y con “Riña de gatos. Madrid 1936” ganó el Premio Planeta en 2010.
En 2016 corona su carrera con el Premio Cervantes, porque según destaca el jurado “posee una lengua literaria llena de sutilezas e ironía”.
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10. EL TEATRO DESDE LA DÉCADA DE LOS SETENTA A LA CTUALIDAD. JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS.
A/ EL TEATRO EN LA DEMOCRACIA. CARACTERÍSTICAS
La llegada de la democracia levantó muchas expectativas en el teatro; sin embargo, con la desaparición de la censura, comenzó una época de crisis que dura hasta hoy y obliga a una continua transformación. Y es que el teatro, como espectáculo, sufrió profundas transformaciones en esos años y las razones del cambio fueron varias:
.El fracaso de montajes teatrales vanguardistas aplicados a clásicos como Valle-Inclán o Lorca no fueron aceptados por el público, y las obras censuradas de otro tiempo ya se habían pasado de moda.
.La competencia del cine y la tele, y en la actualidad de las nuevas tecnologías, son fórmulas más atractivas para el tiempo de ocio.
.La pérdida de impacto social de la escena para educar al público se va diluyendo poco a poco; y además, el criterio conservador lo sigue considerando como evasión.
.La intervención institucional mantiene algunas compañías y festivales, pero también condiciona contenidos y estéticas, teme experimentalismos y margina a autores noveles.
B/ TENDENCIAS TEATRALES DOMINANTES EN LOS 80 Y 90
Algunos géneros son dudosamente exitosos siempre y continúan en escena, como ocurrió en los primeros años de la transición con un teatro reaccionario que se burlaba de los cambios sociales y políticos, y realizaba una apología del franquismo utilizando las formas de la comedia más vulgares.
También continuó con gran presencia la comedia burguesa, con estructuras y formas similares a las tradicionales, pero renovando y actualizando sus temas. Y, por supuesto, triunfó el teatro más comercial de autores tan exitosos como Antonio Gala, quien alterna el simbolismo con dramas realistas o recreaciones históricas, con protagonistas femeninas y temas personales: “Petra Regalada”, “Anillos para una dama” o “Los bellos durmientes”; o Juan José Alonso Millán (“Tratamiento de choque”).
Al mismo tiempo, se mantuvo un teatro simbólico o farsesco, que expresaba su descontento social y político: Manuel Martínez Mediero (“Las hermanas de Búfalo Bill”); y paralelamente se abrió paso un teatro primitivista que buscaba la revelación del mundo subconsciente, como el de Luis Riaza en “El palacio de los monos”.
En estos años ochenta y noventa, el teatro ha recibido un considerable respaldo institucional, concretado, por ejemplo, en la creación del Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas. Por su parte, las innovaciones experimentales realizadas desde atrás por los grupos de teatro independiente se van atenuando, pero es destacable la larga trayectoria de Els Joglars, Dagoll Dagom o Els Comediants.
Finalmente, los intentos de síntesis entre lo convencional y lo renovador son lo más destacado del período, pues tratan temas de interés para el público con una estética realista, como son los casos de Fernando Fernán Gómez (“Las bicicletas son para el verano”), José Luis Sanchís Sinisterra (“¡Ay, Carmela!”), Fermín Cabal (“Vade retro”), o José Luis Alonso de Santos, que trataremos a continuación.
C/ LOS ÚLTIMOS AÑOS. TENDENCIAS DEL TEATRO ACTUAL
El panorama es variado y cambiante, entre lo comercial y lo institucional, pero también surgen nuevas propuestas escénicas. Sus características son:
.Las compañías institucionales contribuyen a difundir el patrimonio teatral histórico.
.El teatro de humor innova con monólogos, comedias mudas o adaptaciones.
.Destacan nuevos autores como Paloma Pedrero, Yolanda Pallín o Juan Mayorga.
.Abunda el teatro en circuitos no comerciales con fórmulas como el microteatro.
.Prolifera el teatro musical, como “Cabaret”, “Grease” o “El rey león”.
D/ JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS
José Luis Alonso de Santos (Valladolid, 1942) se trasladó a Madrid en 1959, donde se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense y en la Facultad de Ciencias de la Información. En 1960 comenzó a interesarse por las tablas, recibiendo clases de William Layton. Fue uno de los fundadores del grupo Tábano y fundó y lideró durante diez años el Teatro Libre.
Procede, pues, del teatro independiente: antes de revelarse como autor dramático, había trabajado como actor o director en el Teatro Estudio de Madrid, Tábano, Teatro Experimental Independiente y Teatro Libre de Madrid. Como se puede apreciar, posee una experiencia polifacética en el mundo de la escena, que sabe aprovechar muy bien.
Es un maestro de la comedia costumbrista, con la que hurga en los problemas sociales más acuciantes (drogadicción, inseguridad ciudadana). Utiliza con desenvuelta naturalidad el habla popular, desde el registro coloquial al argot juvenil o de la delincuencia. Su propensión a la parodia es un rasgo común en muchas de sus obras.
En 1975 estrenó su primera obra, “¡Viva el Duque nuestro dueño!”, en la que advertía alguna influencia del esperpento, y muy especialmente del entremés clásico.
Obtuvo un gran éxito con “La estanquera de Vallecas” (1981), sobre un desatinado atraco a un estanco, que por su tono costumbrista, lenguaje coloquial y toques de sátira y humor ha sido calificada de sainete de nuestro tiempo. De esta obra, de “Bajarse al moro” y de otra titulada “Salvajes” se han realizado versiones cinematográficas.
También fue muy bien recibida la recién citada “Bajarse al moro” (1985), en la que aborda un problema de actualidad como es el submundo de la droga, mezclando ingredientes de la comedia tradicional con otros cómicos e incluso grotescos, que junto al lenguaje de argot de los jóvenes protagonistas, dan un cierto aire innovador a la pieza.
“Trampa para pájaros” (1990) es un drama político en el que se reflexiona sobre el cainismo de las dos Españas.
En “La sombra del Tenorio” (1995) es autor crea un prodigioso juego metateatral en el que resultan involucrados los espectadores.
Todavía en 2015 ha publicado dos nuevas obras: “En el oscuro corazón del bosque”, obra para cinco personajes en la que juega un papel fundamental la música de Mozart; y “Nuestra cocina”, obra de enorme teatralidad y de grandes conflictos entre veintiún personajes que suponen un verdadero compendio de caracterizaciones.
De su fertilidad como escritor nos hablan sus cincuenta obras dramáticas escritas, estrenadas la mayoría con éxito de crítica y público. Solo en los años ochenta estrenó doce obras, en los noventa otras diez, y en el nuevo siglo otra docena más. Y del reconocimiento que le ha brindado la crítica son prueba premios tales como el Tirso de Molina (1984) y el Nacional de Teatro (1986).

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