lunes, 13 de octubre de 2008

[1984] "PARÁBOLA DE LA LUZ"






























Esta parábola no sé decirla,
ni sé qué verbo enciende cada hoguera,
ni qué llave abrirá en cada palabra
la luz madura.
Pero en su puerta blanca duermo
y me corto la sangre con alegría;
florezco como un labio limpio
al aire azul que se muere en mis ojos;
quiero posar mi carne en las llamas.
Venimos a quemar la carne
y los verbos en la muerte.
***



Con ese anhelo
de cereal hacia la luz,
has aprendido
la vida descarnada de las fotografías,
los cuatro árboles fundamentales
en el cadáver sobrio del río,
las palabras pisadas en las cuadras,
y el collar largo de las costumbres.

Porque brotaste en llano. No lo olvides.



***



Gacela rubia de la luz,
te cubre la nieve.

Los lobos saben
un cristal fragilísimo en tu cuello,
porque llenas de hogueras lo blanco,
porque aromas el monte oscuro,
porque mana en tu boca la palabra siempre.

¡Gacela que huye hacia lo puro, el aire!



***



Intercostales cavidades, vértebras
donde la noche se oye en un tambor,
fuente que sangra, flujo y río...

Carne tensa en los arcos como claustros,
ir y venir la vida oscura,
trenzas, vísceras, humor...

Vuelo de dos alas.
Por entre los espacios, huecos intercostales
se escapa el hombre hacia la luz.



***



A Yunia Muñoz. Retrato

Algunas lilas blancas de la lengua
te saltan, Yunia,
y los mocos en pompas de alegría;
tienes rosas botonas dibujadas al pie,
un vestido con soles largos
y el pelo hilado con café en los dedos.
Y sobre todo un ave abierta en la boca,
como unos labios con alas,
o dos ángeles tras las orejillas
que tiran desde el lóbulo y dan comba a tu risa.

Esta evidencia a los homeros ojos
les despista la muerte todavía.



***



Ahora desdoblad vosotros
los días que hay llorados sobre el verbo,
la lengua hundida en sangre desdoblad.
Hay que aprender la luz primero.
Aprended la palabra
radiante y clara y no visible;
aprended la palabra,
oración simple de la tierra,
simiente, almendra, vino.



***








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